Un móvil para crecer seguros
Juan Fernández y Stephanie Leger | Minibile ·
El matrimonio ha convertido la app que desarrolló para poner límites a los dispositivos de sus hijos en un proyecto empresarialTodos los padres saben que con el acceso de sus hijos a su primer móvil vendrá un problema. Pero pocos son los que se lanzan ... a desarrollar una solución tecnológica desde cero. Y ese es el caso de Juan Fernández y Stephanie Leger, vecinos de Santa Cruz de Bezana, que directamente diseñaron un dispositivo que ofreciera un mayor tutelaje del consumo que iban a realizar sus hijos. Lejos de quedarse en una anécdota familiar, la maniobra ha terminado cogiendo forma como una iniciativa empresarial bajo el nombre MiniBile, una startup que se formalizó el pasado abril y con la que ya han vendido cerca de 500 dispositivos.
La ficha
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Año En abril de este año lanzaron la web y comenzaron la comercialización.
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Equipo Actualmente, Juan Fernández se dedica en exclusiva al proyecto y su mujer lo compagina con su empleo en una multinacional.
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Proyección La iniciativa ha surgido con vocación de expandisrse y crear empleo en la región.
Cuando su primogénita llegó al instituto fue cuando Juan y Stephanie decidieron transigir y darle su primer móvil. Con ella les llegó el paso con el pie cambiado. Sin embargo, con el segundo de sus tres hijos, la historia fue distinta. Decidieron retrasar su acceso al dispositivo un curso más, sobre todo porque se sentía más atraído por las pantallas. Sin embargo, un día el chaval se perdió cuando volvía del instituto y tuvo que pedir a un desconocido que le dejara llamar a su padre. Ahí quedó claro que necesitaba una herramienta para comunicarse en caso de necesidad, pero Juan esta vez no solo se la dio. Se la diseñó. Desarrolló una aplicación con la que pudiera llevar un mayor y mejor control del uso que iba a realizar el joven.
500 Dispositivos
han comercializado desde el pasado abril.
De esta forma, el móvil que le dieron dejó de ser una ventana a un mundo infinito y sin límites. Lo que se llama una carta blanca. En su lugar, los padres controlan con su propio dispositivo las aplicaciones a las que su hijo puede tener acceso y también las horas de uso. «Nosotros queríamos que únicamente fuera una herramienta para comunicarse con nosotros y no un aparato que le aislase y consumiese su tiempo», explica Fernández, que estudió ingeniería de caminos y que en su larga trayectoria ha asumido cargos de responsabilidad, fue director general de la fábrica de Hitachi en San Felices de Buelna y fue también presidente del Clúster de automoción GIRA.
De esta forma, amoldaron una solución acorde a sus necesidades y a su modo de entender cómo debían gestionar ellos mismos la educación de sus hijos. «Hay algunas alternativas en el mercado, pero se desactivan automáticamente, cuando mi hija cumplió los 13 llegó un mensaje diciendo que ella ya era mayor y que se eliminaba el control parental, y eso es una decisión que nos debe corresponder a nosotros, no a una empresa», expone Stephanie. Mientras que su marido añade que «hablamos de grandes multinacionales como Google que lo que quieren es nuestro tiempo y esos intereses no casan con un sistema de control parental».
Hay otras opciones en el mercado como adquirir un dispositivo más rudimentario, que permite poco más que llamar. Sin embargo, la opción que propone MiniBile pasa por capar un dispositivo Android moderno. De esta forma, se aseguran de que los niños no rechacen su uso. «Muchas veces acabas comprando el móvil por presión social, porque el resto de compañeros ya lo tienen», explica ella. Sin embargo, con el dispositivo que ellos comercializan, «nadie tiene por qué notar que es un móvil que no tiene acceso a todas las posibilidades porque por fuera es completamente normal», detalla él.
«Queríamos que únicamente fuera una herramienta para comunicarse y no un aparato que le aislase y consumiese su tiempo»
Aunque Juan y Stephanie son partidarios de reducir todo lo posible las opciones del dispositivo, y que simplemente se utilice como herramienta de comunicación, han diseñado un sistema en el que el progenitor o tutor puede decidir a qué aplicaciones le da acceso. «Nosotros configuramos los móviles para que el ajuste esté lo más limitado posible, pero conforme el niño se va haciendo mayor y según las necesidades se le pueden ir añadiendo las aplicaciones que se consideren». Al mismo tiempo insisten en que «va a la contra de los sistemas de control parental habitual que se basan en ir quitando en lugar de ir añadiendo y que son menos intuitivos».
Alcance mundial
Tras la experiencia con sus hijos, la pareja vio que este era un problema mundial. «Todos los padres tienen este conflicto, en Francia por ejemplo todavía hay más debate sobre ello», dice Stephanie, que es oriunda del país galo. Por ello decidieron emprender. Juan siempre había tenido el gusanillo por lanzar su propio proyecto y decidió apostar en exclusividad, mientras que su mujer le apoya como experta en marketing, aunque mantiene simultáneamente su trabajo como comercial en una empresa multinacional. Así, tras seleccionar los proveedores (los móviles que venden se fabrican en China y ellos los preparan con su software) comenzaron con la comercialización el pasado abril, y ya han vendido 500 unidades. «Ahora queremos afianzarnos y posteriormente nos proponemos explorar otros mercados, la preocupación por este problema es generalizada en todos los padres del mundo».
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