Emprendimiento con acento cántabro
Un equipo de investigadores del Instituto de Física cántabro desarrolla instrumental para mejorar la braquiterapia frente a tumores
Incluso las personas que han tenido la fortuna de no conocer de cerca el cáncer, saben que uno de los tratamientos más habituales es la ... quimioterapia. Otra opción es la radioterapia, que tampoco parece extraña. Algo más lejana popularmente suena la técnica de la braquiterapia, que es similar a la segunda, solo que en su caso se suministra la radiación directamente en el interior, o muy cerca, del tumor a combatir. Y es dentro de este procedimiento en el que Cantabria está intentando sumar su innovador granito de arena. Se trata del proyecto Sick Detectors, nacido en el Instituto de Física de Cantabria (IFCA, UC-CSIC) que está desarrollando una especie de termómetro que mejora la eficacia y seguridad de este tipo de tratamientos con mediciones de la radiación más precisas.
El instrumental no es una novedad. En estos momentos, los equipos médicos oncológicos ya utilizan medidores de radiación en braquiterapia, pero las opciones que existen son o muy caras, como es el caso de las que están realizadas con diamante (un tipo de semiconductor), o por el contrario son menos precisas y con una vida útil relativamente corta, que es el caso de las que están fabricadas con silicio. El equipo de Cantabria detectó entonces una necesidad frente a la que propone que dichos sistemas de dosimetría in vivo se realicen con carburo de silicio, una alternativa que, según trasladan Diego Rosich, Alberto Arteche e Iván Vila, que lideran el equipo de investigación, «será mucho más precisa y económica para los hospitales».
«Nuestro medidor será más preciso y barato, con lo que este tratamiento podría llegar a países en vías de desarrollo»
Comenta de manera didáctica Vila que una parte clave de la labor de un grupo en física experimental de altas energías es el desarrollo de instrumental. «Se trata de crear tecnologías que no existen, nosotros no podemos comprar en el IKEA, lo tenemos que fabricar, lo cual complica la labor pero la hace muy interesante». El equipo cántabro del IFCA tiene un largo recorrido de medio siglo a sus espaldas y ha participado en decenas de proyectos, algunos muy ambiciosos como el experimento internacional de física de partículas del Gran Colisionador de Hadrones (LHC) del CERN. Asimismo, también se dedica a aplicaciones de física médica, de hecho el grupo ha sido parte activa del desarrollo de los equipos de protonterapia de Valdecilla.
«Las aplicaciones de la radiación son extremadamente buenas tanto para curar como para diagnosticar enfermedades», continúa Vila, que detalla que en tratamientos oncológicos es muy efectivo porque «las células cancerígenas son muy poco resistentes a la radiación comparadas con las sanas». Es por ello que, tras intervenir en el proyecto de protonterapia, el Instituto de Física de Cantabria decidió hacer un grupo dedicado a física con aplicaciones médicas. «Para nosotros es una oportunidad de transferencia para que lo que desarrollamos pueda tener un retorno a la sociedad», dicen los científicos.
La Ficha
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Año El proyecto comenzó a desarrollarse en 2023.
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Equipo El grupo de investigadores está formado por 15 científicos del IFCA
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Proyección El proyecto está en fase experimental, pero se plantea hacer un 'spin-off' con una empresa
Así las cosas, se decidió apostar por este proyecto que consiste en mejorar los tratamientos de braquiterapia y que se realiza en colaboración con el servicio de radioterapia de Valdecilla y el Grupo de Detectores de Radicación del IMB-CNM. «Es un proceso en el que tienes que tener muy buen control de esa radiación que estás aplicando al paciente para no causarle ningún daño». Lo que pasa es que los instrumentales de medición actuales tienen margen de mejora. «La novedad que aportamos es el tipo de sensor, el que desarrollamos es a base de carburo de silicio, un material que ahora en la industria semiconductora está muy de moda y está revolucionando los coches eléctricos y la fotovoltaica», comentan. De hecho, la tecnología de la que parten en Cantabria la está desarrollando el Instituto de Microelectrónica de Barcelona, también del CSIC, «pero nosotros hemos visto la oportunidad de aplicarla contra el cáncer».
El dato
10.800
euros se llevó el proyecto al ganar los premios de emprendimiento de la UC.
Una idea que está en fase de desarrollo. «Todavía queda mucho por hacer, actualmente hacemos pruebas con un cubo de agua que simula el cuerpo humano para comprobar las mediciones», traslada Arteche. Las expectativas son buenas, porque entre las mejoras que presenta este sensor de carburo de silicio es que es «más fiable al soportar mejor el calor y permite hacer las mediciones en tiempo real». Asimismo, tendrá un coste mucho menor, puesto que el material es más asequible y tiene más durabilidad, «lo que abre una puerta a que este tipo de procedimientos lleguen a hospitales de países en vías de desarrollo», apostilla Rosich. El planteamiento es tan revolucionario que el pasado julio fue galardonado como el mejor proyecto avanzado en los Premios UCem 2025 de la Universidad de Cantabria y también recibió el premio al emprendimiento sostenible por su contribución a la mejora de los tratamientos oncológicos. Además, los investigadores ya adelantan que ven viable un spin-off, que daría forma a una empresa encargada de gestionar este instrumental revolucionario en un futuro.
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