Kamala Harris culpa al Partido Demócrata de haber dejado en manos de Biden su reelección
En sus memorias sobre los 107 Días de campaña, la vicepresidenta estadounidense denuncia el ambiente hostil de la Casa Blanca hacia su perfil
«Soy una persona leal», afirma Kamala Harris en su último libro. Nadie lo dudaba, al menos hasta ahora. En sus memorias sobre la campaña ... de la primera mujer negra en aspirar a la presidencia de EE UU por uno de los grandes partidos, la excandidata defiende a pies juntillas la capacidad intelectual y cognitiva de su jefe, Joe Biden. «Si hubiera creído que estaba incapacitado, lo hubiera dicho», asegura. «Con todo lo leal que soy al presidente Biden, lo soy más a mi país».
Esa lealtad no se extiende ni al partido ni a la camarilla del presidente en la Casa Blanca. Harris se presenta como una mujer desafiando contra viento y marea las zancadillas de quienes temían que intentase destacar sobre el mandatario para abrirse camino en su carrera política. «Su manera de pensar era: Si ella brilla, él palidece», les acusa.
El libro, '107 Days', que sale a la venta el 23 de septiembre, no es un simple repaso de su fugaz aventura presidencial tras la retirada de Joe Biden en plena campaña, sino una denuncia de las conspiraciones del Ala Oeste que culpa de su fracaso, según los extractos publicados por la revista 'The Atlantic'. Es, también, un mea culpa y una reprimenda directa al Partido Demócrata, que dejó «una decisión trascendental para la nación en manos de una sola familia». Unos y otros repitieron hasta la saciedad que la decisión era exclusivamente del presidente y su esposa. «¿Fue un acto de gentileza o de irresponsabilidad?», se pregunta en un acto de autocrítica al que se resiste el aparato. «En retrospectiva, fue irresponsabilidad. Lo que estaba en juego era demasiado. No debería haberse dejado la decisión al ego o la ambición de un individuo».
Todo el Partido Demócrata se cuadró ante el presidente y abortó cualquier amago de unas primarias reales, cancelando las citas de Iowa y New Hampshire para darle ventaja en Carolina del Sur. Harris, que no dijo nada entonces, reconoce que se debería haber consultado con «el partido y el país». En su defensa dice haber sido la persona menos adecuada para haberle llevado la contraria. «Sabía que si le aconsejaba que no se presentara le sonaría como algo increíblemente interesado. Lo vería como una ambición descarada, quizás como una deslealtad envenenada».
Con este tono de thriller político, la exvicepresidenta acusa al entorno del presidente de dejarla a merced de un aparato que nunca creyó en ella, de encargarle los temas más conflictivos, como el de la frontera, y de no defender su gestión cuando era injustamente criticada. «Me hicieron cargar con culpas que no me correspondían», relata. «Permitieron que me convirtiera en el blanco fácil, para frenar mi popularidad creciente dentro del partido».
«Más compasivo que Trump»
Según los críticos, el libro, que se anticipaba como un soporífero relato de campaña, se lee con la tensión de una novela de intrigas, aunque no sean las revelaciones que muchos esperaban sobre el deterioro de Biden, porque, al fin y al cabo, Harris es «una persona leal», avisa desde el principio. «Aquí está la verdad tal como yo la viví. Joe Biden era un hombre inteligente, con larga experiencia y profundas convicciones, capaz de desempeñar las funciones de presidente. En su peor día, estaba más profundamente informado, y era más capaz de ejercer juicio y ser mucho más compasivo que Donald Trump en su mejor día», afirma.
Si Trump es famoso por dar demasiada importancia a las encuestas, Biden pecó de no mirarlas. «Joe ya estaba registrando malos resultados por el tema de la edad, con aproximadamente un 75% de los votantes diciendo que era demasiado mayor para ser un presidente eficaz. Luego empezó a hundirse aún más por lo que se percibía como un cheque en blanco a Benjamín Netanyahu en Gaza».
Y mientras las bases la veían como una heredera natural del fiasco, en lugar de una alternativa, el entorno del presidente fue demasiado mezquino como para entender que su legado dependía de su éxito. «Hubiera sido un testamento de su buen juicio al elegirme», concluye la autopsia de una campaña fallida que cambió el curso de la historia.
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