El PP detecta «un chorro de voto» de socialistas «hartos»
Feijóo activa la opa sobre el electorado del PSOE y Vox cansado del peso de «las minorías» y proclama un «se acabó el mercadeo»
«No nos confiemos con la sonrisa de las encuestas. Tenía que decirlo y lo he dicho. La única sonrisa que vale es la de ... las urnas». Alberto Núñez Feijóo -sin corbata, en zapatillas y con un discurso que llevaba tiempo armando con el propósito declarado de que opere como palanca «de un nuevo tiempo»- procuró este domingo que la euforia no se desbordara entre los suyos más allá de lo inevitable dado que ni el Gobierno de Pedro Sánchez ni el PSOE levantan cabeza. O, al menos, quiso recordarles -y autorecordarse- la honda decepción del 23 de julio de 2023, cuando el viento de los sondeos inflamaba las velas del sueño de alcanzar La Moncloa y pasó lo que pasó.
Desde aquella noche electoral de victoria sin premio, los de Feijóo se tientan la ropa de las expectativas. Mucho. Pero ya no tanto, ante los síntomas de descomposición de la legislatura acelerados exponencialmente por el 'caso Cerdán', como para no ambicionar la nueva cifra mágica: esos diez millones de votos que remiten a las grandes mayorías del PP y que avalarían a Feijóo para intentar un Gobierno en solitario.
Aquel 23-J de lo que pudo ser y no acabó siendo tras el pacto de Sánchez con Carles Puigdemont forjado sobre la ley de amnistía, el PP recabó algo más de ocho millones de papeletas. O lo que es lo mismo: le faltan dos, según el reto autoimpuesto, para consumar ese triunfo que liberaría sobre el papel a Feijóo de unas ataduras que cree inasumibles, a tenor de lo que clarificó en su presidenciable discurso de este fin de semana por la vía de hacerse seis preguntas sobre cómo piensa gobernar, con quién y cómo y responderse a sí mismo y a quienes lo escuchaban. Dos millones de sufragios para labrar lo que José María Aznar definió el viernes como una «mayoría nacional ancha a derecha y a izquierda».
Las mujeres, clave
En el equipo de Feijóo calculan que el partido ya ha atraído parte de esa anhelada cosecha y se permiten asegurar que detectan ya «un chorro de voto» hacia sus filas de socialistas que no compartirían la deriva del sanchismo; antes de que la investigación de la UCO sobre Santos Cerdán sacudiera al PSOE, los populares cifraban en torno al 7% ese potencial trasvase de electores. Hoy, reventado el escándalo, interpretan que están abriendo brecha, en especial gracias a un colectivo históricamente aspiracional para los populares: las mujeres. Y dentro de ellas, las zaheridas por las conductas machistas en el PSOE.
Génova va a martillear en su opa a un potencial nicho de voto que compartirían, dicen, socialdemócratas y voxistas: el de aquellos electores que coinciden en estar «hartos», sobre todo, de que sean los independentistas y otros los que marquen el devenir del país. El 'momento Feijóo' pasa, según los suyos, por proclamar un nítido «se acabó el mercadeo» y «el secuestro» de la voluntad mayoritaria de los españoles por «las minorías».
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