Muere Gregoria Sánchez Escribano, hija del bombero fallecido en el incendio de Santander en 1941
Su testimonio ayudó a recuperar la memoria de su padre Julián Sánchez, única víctima mortal del suceso que cambió la historia de la ciudad | Goyita vino a la capital cántabra en 2016 al homenaje que el Ayuntamiento organizó en el 75 aniversario
Gregoria Sánchez Escribano (1937) ha fallecido tras dedicar parte de sus últimos años de vida a arrojar luz al legado de su padre, Julián ... Sánchez, bombero y única víctima mortal del incendio que arrasó Santander en la madrugada del 15 al 16 de febrero de 1941 tras sufrir un accidente en las labores de extinción y desescombro. El testimonio de Goyita, como era conocida en su círculo más cercano, 75 años después de la tragedia de Santander fue clave para conocer la historia de su padre, al que perdió cuando ella apenas tenía 3 años: «He querido mucho a mi padre porque mi madre se encargó de inculcarme ese cariño. Era mi príncipe, mi héroe y, ahora, al saber cómo murió, me siento aún más orgullosa de él», contaba en en una entrevista publicada en El Diario Montañés en 2016.
Julián Sánchez salió de Madrid la noche del 16 de febrero de 1941 en respuesta a la llamada de socorro de Santander, que ardía desde la víspera. El bombero de 38 años fue la única víctima mortal del incendio después de que durante las tareas de derribo en las Atarazanas (con pocos medios debido a la época) a Julián le cayese encima parte de la pared de uno de los edificios en ruinas. El muro al que daba la espalda le aplastó justo cuando acababa de quedarse solo mientras, surtidor en mano, refrescaba los rescoldos después del fuego. Tras permanecer ingresado en Valdecilla más de diez días, Julián murió el 28 de febrero de 1941 por neumonía traumática y hemorragia secundaria. Incluso ingresado en el hospital con el bazo y el pulmón rotos pretendía volver con sus compañeros para seguir con las labores.


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Una visita especial
Después de años y años con «resistencia» a venir a Santander por considerar la ciudad la «caja mortuaria» de su padre, el orgullo y legado del trabajo «heroico» de Julián hicieron que eso cambiara y que Goyita llegase a Santander en 2016, en el 75 aniversario del incendio, al homenaje que el Ayuntamiento de la capital cántabra rindió a su padre y a todos los equipos de emergencias que ayudaron en esos días tan duros para la ciudad después de que las llamas arrasaran 385 edificios y dejaran sin hogar al 10 por ciento de los santanderinos. Llegó acompañada por su hija Olga y su yerno Juan Carlos, y aprovechó su visita para reconocer y honrar el trabajo de su padre después de fallecer en Santander tras cruzar medio país en un viaje de once largas horas desde Madrid. «El homenaje de Santander me pareció justo y saludable, y agradecí el detalle, no ya por mi padre, lo digo por tantos bomberos que arriesgan su vida para salvar la de otros y no son tan reconocidos como debieran», decía hace nueve años una Goyita emocionada y que lloraba al hablar de él, El casco y otros enseres personales de Julián, quien desempeñaba el puesto de portalanzas, estuvieron también expuestos más de un año en el Museo de Bomberos de Santander.
Muy poco se sabía de esta historia hasta que la hija de Julián hizo público el relato de este bombero madrileño, aunque zamorano de nacimiento, y de las circunstancias de su muerte. Pero gracias al testimonio de Goyita, ese legado recuperado con los años siempre quedará en la historia de la ciudad de Santander. Ella fue, junto con los manuscritos rescatados de una carpeta del archivo del cuerpo de Bomberos de Madrid, quien arrojó luz a las circunstancias en las que murió su padre en el incendio que marcó un antes y un después en la ciudad.
La familia, amigos y allegados despidieron este jueves a Gregoria Sánchez Escribano en el tanatorio M-30 de Madrid.
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