Tomás Santos Corchero, el periodismo como forma de vida
Tomás Santos Corchero era periodista, no por profesión, que también, sino como una forma de ser y de vivir. E, incluso, de morir, porque él ... mismo 'facilitó' estas líneas «para cuando llegue el momento».
En 1989, un «inoportuno» infarto, como él mismo decía, le apartó de lo que era su devoción y le llevó a Silió, localidad originaria de la familia de su esposa, María Jesús Martín Saiz. Si eras periodista, allí tenías tu casa, una casa noble, de madera y libros, desde la que enviaba sus 'editoriales' a un grupo numeroso de gente a través de WhatsApp hasta poco antes de su reciente fallecimiento. Sus historias eran interminables, fruto de una larga experiencia en el mundo de la comunicación en muchos ámbitos.
Nació el 21 de junio de 1938 en Salamanca, en plena «guerra incivil». Trasladado a Valladolid con su familia, cursó estudios, incompletos, de Medicina y de Filosofía e Historia en la Universidad de Valladolid, completó el Graduado Social en la Universidad de Salamanca, y, en abril de 1963, concluyó sus estudios de Periodismo (él lo escribía con mayúscula) en la Escuela Oficial de Periodismo de Madrid, con el número dos de su promoción, para doctorarse después en Ciencias de la Información con la tesis 'El periódico diario como órgano de Opinión Pública'.
Su primer trabajo profesional como periodista fue el de redactor-jefe y luego director del periódico Diario Regional de Valladolid, y redactor de La Hoja del Lunes de la misma ciudad. Con posterioridad fue jefe de Prensa y Publicaciones del Ayuntamiento de Valladolid donde, entre otros libros, publico en el año 1972 una voluminosa 'Antología: 15 poetas vallisoletanos'.
Tras esa etapa fue redactor-jefe del diario El Pueblo Gallego (O Pobo Galego), en Vigo; fue redactor-jefe de El Correo de Zamora; y redactor-jefe de El Adelanto de Salamanca, un puesto que alternó con el de jefe de Prensa y Publicaciones de la Universidad de Salamanca.
Contratado por el Estado en 1986, durante los siguientes tres años ejerció como redactor-jefe del Servicio de Publicaciones del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en su sede de Madrid, controlando la edición de las numerosas revistas y publicaciones del CSIC.
«Tengo un poco más de 86 años, gozo de una cardiopatía isquémica del todo irremediable. Sé que me estoy muriendo, un poco a poco, sin prisas pero sin pausa... Pero no seré yo quien tenga deseos de quedarse mucho tiempo en este endiablado mundo», decía. «Siendo como soy, tengo la obligación profesional de facilitarte las cosas para tu trabajo de cada día. Para cuando llegue el momento», explicó sobre «esta guisa de necrológica o epitafio» que redactó hace un año. «No es, creo, por vanagloria, porque ya no la podré gozar, ni sufrir, creo que debe de ser parte de mi trabajo cotidiano...».
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