¿Aprendimos algo?
Transcurrido casi un año desde la dana que tan gravemente, fundamentalmente en vidas humanas, asoló una parte de Valencia, además de otras provincias limítrofes, y ... los pavorosos incendios que el mes de agosto quemaron montes, pastos, bosques y viviendas, además de la vida de varias personas, parece lógico y prudente estudiar a fondo los mismos para aprender de tales desastres y así aplicar las oportunas soluciones cuando volvamos a padecer otros similares en un tiempo más o menos próximo.
Para quienes una parte importante de nuestra vida profesional la hemos desarrollado en el campo de la prevención, en el que vimos los positivos resultados que se obtenían cuando los accidentes se analizaban en profundidad para de su estudio sacar las conclusiones pertinentes que permitiesen aplicar las medidas correctoras en cuantas otras situaciones pudiesen producirse accidentes análogos, estamos convencidos que la prevención, y la puesta en práctica de las medidas que de los correspondientes análisis se deduzcan, es la única forma de evitar se vuelvan a reproducir catástrofes como las anteriormente indicadas.
Ello exige, por parte de los responsables técnicos que estén al frente de las distintas administraciones, y de los políticos de unas y otras, estudiar con ánimo constructivo las medidas que a los mismos correspondería gestionar, para aplicando las soluciones que se deriven del estudio de los siniestros evitar en el futuro situaciones análogas. ¿Es esto lo que está haciéndose actualmente? Desde luego no hacerlo sería de tal irresponsabilidad que no habría justificación que pudieran alegar en su defensa quienes volvieran a cometer los mismos errores que tan nefastas consecuencias han producido recientemente.
Sin embargo, de nada servirían las enseñanzas que de los siniestros padecidos se puedan derivar si luego los gobiernos que deben ponerlas en marcha se limitan, después de hacer la propaganda correspondiente ante sus electores, a dilatar la aprobación de los correspondientes presupuestos, cuando no las utilizan como medio de negociación para la obtención de acuerdos políticos en los que otros grupos tengan interés, tal como ocurrió cuando a la llegada al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, éste, cediendo a las exigencias de los independentistas catalanes, acordó anular el Plan Hidrológico Nacional aprobado por el Gobierno de su antecesor, José María Aznar, por el que se conectaban las cuencas hidrográficas de nuestro país, y que de haberse llevado a cabo hubiera evitado muchos de los problemas que produjeron las terribles inundaciones a que anteriormente hicimos referencia en Valencia, asi como las carencias en el abastecimiento de agua que por esas mismas fechas sufrieron algunas comarcas catalanas.
Este verano, en el que el fuego se enseñoreó en cientos de miles de hectáreas de nuestro país, afectando a amplias zonas de Galicia, Castilla y León, Extremadura, hasta llegar a nuestra vecina Asturias, poniendo en riesgo no solo zonas despobladas de sus montes sino también muchos de sus pueblos y con ellas sus viviendas, así como los ganados y medios de vida de muchos de sus habitantes, incluida la integridad física de algunos de ellos, hemos podido ver, una vez más, cómo muchos de los responsables políticos, de uno y otro signo, se dedicaban a culpabilizar al contrario, en vez de ayudar a los afectados y buscar soluciones para sus problemas. Unas soluciones que deben ponerse en marcha durante el invierno para que cuando el calor llegue los campos estén preparados para hacer frente a los fuegos que, bien de forma natural o provocados por el hombre, vayan surgiendo en unas áreas cada vez más despobladas y, por ello, proclives a los mismos.
A la vista de lo anterior solo cabe concluir que sin pérdida de tiempo sería preciso, tanto para un caso como para el otro, estudiar las soluciones de futuro que procedan, para lo que disponemos de magníficos profesionales de ingeniería hidráulica, agrónomos y de montes, además de los propios vecinos, agricultores y ganaderos que por vivirlo diariamente conocen las soluciones más adecuadas. Los políticos, por su parte, es fundamental aprueben cuanto antes, además de los medios económicos precisos, las medidas administrativas que fueren menester, entre ellas la eliminación de muchas de las regulaciones y trabas que impiden actualmente a las administraciones locales y a los propios vecinos actuar en sus localidades y propiedades. Será a la vista de las medidas que al efecto decidan las autoridades competentes –y claro, que no solo prometan sino que aprueben y pongan en práctica–, cuando podamos dar respuesta a la pregunta que da título a este artículo.
Precisamente, cuando estaba escribiendo lo anterior los medios de comunicación están dando cuenta de las intensas lluvias que se están produciendo en algunas provincias españolas, una de ellas la propia Valencia. Y sí, parece que algo hemos aprendido, pues, al menos, las autoridades han avisado en forma y tiempo de lo que podía pasar y los ciudadanos, en general, han seguido las indicaciones recibidas de las mismas. Confiemos que ello sea el inicio de las medidas que, pactadas por Gobierno y oposición, eviten en el futuro catástrofes como las indicadas.
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