Postrimerías
Noviembre rememora a los muertos. Halloween nos disfraza de muertos. México celebra los muertos. Pero ya nadie piensa en la muerte. El otoño me recuerda ... que soy caduco, y que un día, una de esas hojas que languidece y cae seré yo mismo.
El adagio 'vive cada día como si fuera el último: algún día acertarás' puede despertar en nosotros fuerzas muy poderosas, como dijo Steve Jobs. Por mi parte, cada día me levanto con la misma idea clavada en el alma: 'un día menos'. No un día más, sino uno menos. Se me podrá llamar pesimista. Se me podrá decir que ese no es un sentimiento sano. No podría estar más de acuerdo. Pero suelo intentar darle la vuelta (no siempre lo consigo) para abrazar la idea de que la vida es corta pero, si la vivimos con intensidad y conocimiento de causa, puede ser muy ancha. Podemos 'meter' muchas cosas. Quizá por eso me grabé en la piel la frase 'memento quia pulvis es'. Para recordar que un día, por mucho que logre, por mucho que corra, por mucho que vuele… seré polvo de nuevo.
A la gente se le tuerce el gesto cuando les hablas de esto. 'Yo le doy más importancia a la vida', dicen. Como si la muerte no fuera lo único seguro en ella. ¿Cómo vivir de espaldas a lo único que sabemos que nos ocurrirá? El final es una parte de cada historia, tanto como el inicio o el nudo de la misma. Pero además suele erigirse en la parte más relevante. En la que da sentido a lo demás. En donde esa historia se juega ser un éxito u otra cantinela olvidable con el tiempo.
Ser conscientes de que hay un final no ha de ser motivo de preocupación, sino de ocupación. Hay que exprimir la vida, hay que trascender. Es corto el tiempo para amar, pero si se logra, nuestro final será un final feliz.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión