Fiestas incívicas, ciudad sin ley
«No sé a ustedes, pero a nosotros, el abuso, la falta de respeto, el incivismo, la porquería, la insalubridad y que no se respete la Ley, nos ofende»
Declarar una semana festiva en Santander lleva implícito cancelar toda norma que rija la convivencia y garantice los derechos de los ciudadanos. Nos convertimos en ... Dodge City, ciudad sin ley. Con la agravante de que, por desgracia, no contamos con Errol Flynn para que la reinstaure.
Me temo que será imprescindible aclarar (¡cómo están los tiempos!) que nadie aquí está en contra de fiesta alguna ni de que la gente celebre lo que le dé la real gana. Pero la libertad no implica pisotear los derechos ajenos. Muchos ahora no gozan de libertad para conciliar el sueño cuando lo necesitan. Los trabajadores que madrugan, los niños o los enfermos no pueden dormir en toda la noche porque para otros la fiesta es molestar e impedir la vida normal de quien se gana el sueldo. No hay derecho a dirigirse al trabajo por la mañana caminando por un vertedero, que eso es lo que ha sido el Ensanche entero esta 'magnífica' Semana Grande. ¿Grande en qué? ¿En basura? Eso sí, desde luego. ¿En molestias? ¿En música atronadora? También.
No se puede convertir todo un centro urbano, lleno de residentes, comercios y despachos profesionales, en un bebedero, cenicero, vomitorio, urinario y vertedero gigantes. ¿Quieren organizar esas fiestas 'a lo grande'? Pues hagan lo que en todo el mundo decente: un gran recinto ferial. Para todo eso: beber, gritar, cantar, dar conciertos atronadores… Y, como me decía un alumno: «¿Y un folio para enguarrar?». «Para enguarrar, nada; para esbozar un guion o ensayar fórmulas de respuestas o soluciones, sí». Pues eso, hasta para enguarrar, orinar y gritar ad libitum, si tanto gusta y divierte. Aunque nunca se ha visto que beber o divertirse estuviera unido a tirar todo al suelo y manchar. Pero, por lo menos, que no lo hagan en nuestro entorno.
La alcaldía, los bebedores locales y foráneos se han adueñado de las calles que pertenecen a todos, incluso a los residentes permanentes (que también se ganan la vida, pagan impuestos y contribuyen al PIB) para enmerdarlas y molestar. Hemos recibido amargas quejas, de médicos y otros profesionales, por no dormir, por dificultades para circular entre bebedores tardíos, por encontrar calles atestadas que dificultaban el paso a vehículos de emergencias, por atronar sus consultas de tarde con conciertos organizados por el Ayuntamiento.
No se habla bastante del daño físico y mental que causa el exceso de bebidas alcohólicas. Todo el Ensanche lleno de botellas de whisky y ginebra tiradas por las calles. ¿A nadie le espanta esto? ¿Tantos se benefician de ello: licoreros, transportistas, baristas, comercios que lo despachan a cualquier hora…? ¿Por eso se organiza, se consiente y se multiplica de año en año? Se tolera con un silencio y una permisividad alarmantes. ¿Somos una sociedad adormecida? ¿Existe una concejalía de Salud que se ocupe de los perjuicios por beber a temprana edad o por insomnio en ancianos, niños y trabajadores? ¿Se preserva el derecho a la salud en esta ciudad? ¿Y esa insalubridad de toneladas de basura? ¡Plásticos nada menos! Cuando debería estar prohibido, no solo tirarlo, que lo está, sino emplearlo tan alegremente. ¿Somos aún una sociedad tan ignorante y atrasada?
Quienes aseguran que es imposible atajar el botellón son los mismos que alardeaban de haber acabado con la champanada en el parque de La Teja. ¿Hay barrios de primera y segunda? Si ellos lo ven imposible, deben dimitir por ineficiencia o dejación de funciones y dar paso a otros más competentes.
La multitud apiñada en El Puntal, cual hordas destructoras es para llorar. ¿Se puede permitir un turismo destructor? ¿Podemos tolerar que quien no paga impuestos aquí venga por un par de días solo a manchar y asolar todo lo que pisa? ¿Van a seguir nuestros gobernantes pregonando que todo el mundo es bienvenido y sin cobrar tasa turística? Eso significaría que desprecian a quienes residimos en el territorio y queremos conservarlo. ¿Qué autoridades tenemos? Juran la Constitución y proteger la salud y el medio ambiente. Ya se ve qué bien lo hacen. Si seguimos callando, entonces, nos las merecemos. Por resignación o connivencia. Y será triste. Porque esta ciudad no será lo que quieran sus alcaldes, sino lo que quieran sus ciudadanos y votantes. No sé a ustedes, pero a nosotros, el abuso, la falta de respeto, el incivismo, la porquería, la insalubridad y que no se respete la Ley, nos ofende. Consideramos que no nos lo merecemos y lo repudiamos.
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