No quiero que me leas
Existen demasiados voceros que lo que intentan es adoctrinar o manipular
No te sientas obligado a leer nada de lo que escribo; más todavía, no tienes por qué creer lo que traslado en mis ideas y ... pensamientos y, por encima de todo, ni tú ni nadie está obligado a estar de acuerdo con lo que expreso cada domingo aquí, en esta columna. No tengo, ni quiero tener, ni una sola brizna de ego que necesite ser satisfecho ante el reconocimiento o el halago; es más, no considero que haga nada tan especial ni valioso como para que sea reconocido. En mi opinión, una columna, de lo mismo, debe tener el único objetivo de compartir una visión sobre un aspecto concreto y, si su lectura genera algún tipo de pensamiento o reflexión o sugiere alguna idea complementaria sobre lo que aquí está escrito, maravilloso, porque habrá cumplido la función para la que se ha escrito. Personalmente, imagino a todos los que, voluntariamente, leen estas palabras, desde una única perspectiva, como si estuviera delante de ti, en este caso, conversando y, si fuera posible, recibiendo la respuesta o comentarios que por tu parte pudiera haber. En el fondo no quiero que me leas, sino que me encantaría poder establecer esta conversación en la que las ideas fluyan, con ida y vuelta, tratando, ahí sí, egoístamente, de aprender de todo lo que pudieras trasladarme, pues eso me enriquecería.
Mi pretensión, en otro sentido, no es la de influir, en absoluto, sino la de compartir, más aún, teniendo en cuenta que hoy en día existen demasiados voceros, que lo que intentan es adoctrinar, manipular o condicionar bajo toda una serie de estrategias, directas unas, sutiles otras y siempre con su propio interés.
De algún modo imagino este texto, a pesar de la recomendación del titular, visualizándome como los speaker ingleses, subido en una pequeña tarima, en un parque, compartiendo mis ideas, con idéntico valor al que recibiría si tú fueras el que está subido en la tarima y compartes las tuyas conmigo. En esencia, creo que la diferencia entre compartir ideas y tratar de adoctrinar es que, en el segundo caso, hay una intencionalidad, detrás hay un interés explícito, algo así como la marioneta de un angelote asomada al escenario y sujeta por un demonio entre sus garras. No hay nada más peligroso que lo que tiene apariencia de inocente, cuando en realidad no lo es.
Si, al final, no me has hecho caso y has leído estas palabras, tan sólo deseo que te hayan provocado algún tipo de emoción o de pensamiento, en cualquier dirección y sentido posible y, sobre todo, estando seguro de que la intencionalidad de estas era la de escuchar, como creo ahora sentir, tu opinión al respecto, hoy y siempre. Muchas gracias.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión