Autonomía de un carretero
Asomarse al espejo retrovisor es conveniente. No todo tiempo pasado fue necesariamente mejor. Pero hubo un tiempo santanderino, un tiempo de la ciudad de Santander, ... que se diluye en el éter del olvido porque olímpicamente se ignora. Estudiar a fondo 'La Abeja Montañesa', caudaloso precedente de la prensa presente, es una asignatura pendiente. En el decimonónico periódico hay ricos panales de miel, desplegados sobre elocuentes celdillas de cera, el Santander de los tatarabuelos de los que ahora ya son abuelos.
De la edición del jueves, 14 de abril de 1864, tomo prestado título y santo y seña. Relata así: «Paseaban dos señoras por la Alameda Segunda, y se propusieron al llegar a los cuatro caminos, seguir un paseo por la carretera. En mala hora lo intentaron, pues no habían pasado la casilla de los carabineros, cuando un mozo de chaqueta de bayeta amarilla empezó a dar palos a los bueyes sueltos que conducía, faltando muy poco para que los hostigados mansos atropellasen a las pacíficas damas, por más señas, forasteras. Reprendió un carabinero al carretero, y éste se volvió amenazante y siguió después apaleando a sus hermanos menores; amonestáronle tres caballeros que por allí pasaban, y el insolente mozo les contestó que él, con su chaqueta de bayeta, era tan caballero como ellos, que la carretera era tan suya como del más pintado y que era dueño de hacer con sus bueyes lo que le diese la gana. Con lo cual, y dando un par de silbidos y siguiendo él con sus bueyes adelante, como picador que lleva toros bravos al encierro, dejó a los tres caballeros admirados y temerosos de las hazañas que puede emprender un carretero en uso de su autonomía. ¿Y quién se encarga en este querido país nuestro de autonomía para todos y para todo de enseñar sus deberes a quien tan mal comprende sus derechos?». A quien aporte la solución, un diez de nota.
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