Adonde todo va irremisiblemente a parar. Hubo un culto librero en Santander del que todo quisque se ha olvidado. Benigno Díez, dueño de Librería Moderna ( ... 1915-1962), Amos de Escalante, 10 (antes calle del Correo), anunciaba novedades llegadas de todas partes y suscripción a las publicaciones de mayor fuste. En tan céntrica librería se reunía lo más granado de la intelectualidad de la época. Y en tanto se le tenía que, por su seriedad y eficacia, fue nombrado por unanimidad administrador del neonato Centro de Estudios Montañeses (CEM). Tal vez el único administrador que el CEM haya tenido.
¿Qué administró? Todo. Las solicitudes de ingreso, las cuotas anuales, las cuentas de la institución, la correspondencia. ¿Dónde fueron a parar sus archivos, los libros contables y de actas si los hubo? Que se sepa, nada ha sobrevivido al tiempo aquel, diciembre del año 1932, donde las uvas con sidra se tomaron en su establecimiento. Una librería con empaque. De nobles maderas forrada.
Muchos años después, tirando de memoria, Francisco Fuentenebro en 'La Hoja del Lunes' (26.07.1976) redondeó la mejor semblanza que de él conozco: «Yo era un alevín de escritor, con mi primera obra poética publicada en los talleres gráficos de Benigno Díez, corazón abierto a las letras, editor y librero». Y en la UC se le hizo un homenaje. Lleva su sello el libro 'Del Santander Antiguo', de Fresnedo de la Calzada. Librería Moderna, 1923. También el 'Programa de los actos del XV Congreso de la Asociación Española para el Progreso de las Ciencias'. Santander, Librería Moderna, 1938. Y 'El palacio de Zurbarán', de Óscar Rochet. Santander. Imp. de la Librería Moderna. 1948. Y cierto librito de Manuel Llano, de adorable estampa y una dedicatoria que no debo desvelar. Volver sobre él, retomar su nombre y figura, vida y obra en el CEM, para el venidero libro del centenario, sería un acto de justicia. Para que luzca en lo oscuro.
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