Relevo generacional
Necesitamos políticas públicas coordinadas que integren el relevo en la agenda económica
En Cantabria estamos ante una encrucijada silenciosa pero determinante: la del relevo generacional en nuestras empresas. Detrás de cada persiana que se baja por jubilación ... sin sucesión hay mucho más que un negocio que se apaga. Se pierde una parte del ADN económico y social de nuestra tierra, una forma de trabajar y de entender la vida que forma parte de la identidad colectiva de nuestras comarcas.
Cuando una empresa familiar del metal o de la hostelería —dos de nuestros pilares productivos— no consigue asegurar su continuidad, no solo desaparece un empleo o una actividad. Se disuelve un saber hacer transmitido entre generaciones, un conocimiento técnico y artesanal que no figura en los manuales pero que define la calidad, la reputación y el carácter de nuestro tejido productivo. Se rompe también un vínculo con el territorio, porque esas empresas no son anónimas: están ligadas a barrios, a familias y a tradiciones locales.
En la Cámara de Comercio de Torrelavega somos muy conscientes de que no resolver el relevo generacional supone dejar que se evapore una parte esencial de nuestra memoria industrial y social. Y eso tiene consecuencias muy concretas: menos empleo estable, menor competitividad, pérdida de atractivo para los jóvenes que buscan su futuro aquí.
Por eso hemos impulsado un proyecto específico de relevo generacional con un objetivo claro: detectar, acompañar y anticipar esas transiciones antes de que sea demasiado tarde. Queremos que el relevo no llegue como una urgencia, sino como una oportunidad. Una oportunidad para rejuvenecer las empresas, incorporar innovación, abrirse a nuevos modelos de gestión y garantizar que el talento cántabro se queda. Si somos capaces de afrontarlo con visión, ganaremos continuidad, modernización y orgullo territorial.
Las Cámaras tenemos la capacidad de conectar la experiencia que no debe perderse con la innovación
El relevo no puede quedar a la suerte de cada familia ni depender exclusivamente de la buena voluntad de un sucesor. Debe convertirse en un eje estratégico de la política económica regional. Afecta al empleo, a la productividad y a la cohesión territorial.
Para lograrlo, necesitamos tres cosas. En primer lugar, políticas públicas coordinadas que integren el relevo en la agenda económica, no como un parche temporal sino como un pilar del desarrollo regional. En segundo lugar, instrumentos financieros y formativos específicos: apoyo a la compra de empresas, asesoramiento legal y fiscal, formación en liderazgo, digitalización y gestión moderna. Y, en tercer lugar, redes de colaboración entre generaciones, donde el conocimiento senior y la energía joven puedan encontrarse y complementarse.
Las Cámaras de Comercio podemos ser ese puente. Tenemos la capacidad de conectar la experiencia que no debe perderse con la innovación que debe llegar. De convertir el traspaso de un negocio en una oportunidad compartida, y no en un punto final.
La continuidad empresarial, bien entendida, no significa mantener lo que hay a toda costa, sino darle un nuevo impulso. Convertir el relevo en motor de cambio. Por eso creemos que Cantabria debe apostar por un pacto regional por el relevo generacional, un compromiso conjunto entre instituciones, empresas y sociedad civil para garantizar que nuestra competitividad no envejece, sino que se renueva.
A los empresarios que se enfrentan a este proceso siempre les transmito una idea esencial: anticipar el cambio. Anticipar no es tener prisa, es tener visión. Quien se anticipa no teme el relevo, lo prepara. Y al prepararlo, puede profesionalizar la gestión y reforzar la cultura empresarial sin que nada se rompa.
El relevo no debe vivirse como una despedida, sino como una continuidad planificada. Anticipar es mirar al futuro con serenidad, con método y con cariño por lo construido. Es decir: esta historia no termina conmigo; empieza de nuevo con otros ojos.
Cantabria necesita mirar el relevo generacional con esa mirada amplia y comprometida. No se trata solo de salvar negocios, sino de conservar identidad, generar oportunidades y asegurar un futuro compartido. Si conseguimos que cada transición empresarial sea también una oportunidad para modernizar y conectar generaciones, estaremos construyendo una economía más sólida, más humana y más sostenible.
Porque el relevo, en el fondo, no es solo un proceso económico: es un acto de amor por lo que somos y por lo que queremos seguir siendo.
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