Cuando los dioses quieren destruirnos...
Algunos profesores americanos han diagnosticado que sus universidades han llegado a tal grado de deterioro que la reforma es imposible
El día 13 de julio, el profesor Jesús G. Maestro publicó en El Diario Montañés un excelente artículo titulado «¿Universidades o manicomios? El primer ... pensamiento que se me vino a la cabeza fue la frase atribuida a Sófocles: «Cuando los dioses quieren destruir a los hombres, primero los enloquecen».
Yo estaba preparando esta pieza, de forma que ahora podría entenderse como un «voto particular concurrente» al artículo del profesor que paso a desarrollar; mi enfoque se centra más en las instituciones y, como paradigma, en la Universidad de Harvard tenida por una de las mejores del mundo durante muchos años y ahora en una crisis de difícil solución. Dimitieron o cesaron a varios presidentes, persiguieron a estudiantes por sus ideas, proliferaban los profesores llamados «progresistas» y muchos tenían miedo a expresar en público sus opiniones e incluso en las clases. Lo woke se impuso y, por si fuera poco, Trump acaba de anular las subvenciones a la Universidad y, además, pone dificultades para conceder visas de estudiante.
Aunque, tal y como acabo de indicar, utilizo el ejemplo de Harvard, la situación es muy parecida en muchas otras universidades del mundo, incluyendo las españolas: el manicomio que cita el profesor Maestro.
Unos cuantos profesores americanos han diagnosticado que sus universidades han llegado a tal grado de deterioro que la reforma es imposible, que hay que crear instituciones nuevas sobre bases diferentes. Liderados por el historiador Niall Ferguson (a quien si este diario me lo permite dedicaré algún otro artículo) un grupo de profesores acaban de crear la Universidad de Austin Tejas ( UATX); en todo lo que sigue voy a basarme en la conferencia de clausura del primer curso académico que pronunció el profesor Ferguson, que es uno de los patronos de la fundación que patrocina la UATX.
Empieza Ferguson elogiando la Sociedad de Debates que se ha creado en el primer curso de la UATX porque le recuerda la que conoció en Oxford en sus años de estudiante.
Quiero empezar –dice– hablando de ciencia ficción porque muchas veces son precursores de términos o conceptos que más tarde se hacen realidad: metaverso, inteligencia artificial (IA). La tecnología siempre va por delante; hay gobiernos globales y una preponderante clase única pero también una «subclase social».
Os cuento esto –continúa Ferguson– porque quiero que os preparéis para el «shock del futuro» y para eso quiero llevaros al final de mi primer curso en Oxford allá por el año 1983; Ronald Reagan era el presidente de los Estados Unidos y Margaret Thatcher había sido reelegida primera ministra de Reino Unido; estábamos en el momento más álgido de la guerra fría; fue también el primer año en el que apareció en nuestras vidas lo que después se conoció como internet; no había telefonía móvil y él utilizaba un ordenador primitivo solo para componer una revista estudiantil; no tenía videojuegos y miraba por encima del hombro a los que empezaban a usarlos. Se comunicaban mediante cartas o notas manuscritas que se colocaban en los casilleros de los alumnos en la entrada de los colegios mayores; lo único que hacían era leer libros. Se nos preparaba para funcionar con estrés y nada era más estresante que los exámenes finales (quizá una solución para el «manicomio» que describe el profesor Maestro). Lo único que hacíamos era leer libros. No teníamos la menor idea de cómo el mundo cambiaría pero Oxford nos estaba preparando desarrollándonos en cinco habilidades esenciales. La primera, la lectura; todas las semanas teníamos que, al menos, leer cinco libros y cinco artículos; aprendimos a escribir a mano, al menos dos ensayos a la semana; y se nos enseñó a debatir; ya ha citado que se les entrenaba para funcionar bajo estrés; y a cooperar con nuestros compañeros. Este era el kit de supervivencia.
El problema es que afrontáis un «shock del futuro» mucho más grande que el que teníamos ante internet. Muchos utilizan la IA como asesores de vida, consejera. Los programas actuales al alcance de todos ( ChatGPT y Gemini) son utilizados ya por un 40% de la población americana. Dos consecuencia importantes: la primera, que estamos ante volúmenes de inversión proporcionalmente mayores que los utilizados en crear la red de ferrocarriles, casi el 11% del PNB, algo desconocido; la segunda, se está prescindiendo del trabajo humano especialmente en sectores donde la IA se está expandiendo rápidamente. Sois parte de un sorprendente cambio de modelo económico. Si vamos a la energía nuclear existen más de 1.500 armas en el mundo y solo unas 500 centrales nucleares para producir electricidad. Hay estudios actuales que dicen que los estudiantes apenas dedican nueve horas semanales al estudio en lugar de las 39 ó 40 que deberían entre asistir a clase y estudiar. Las universidades no deberían tomar partido por una u otra ideología; no pasar de ellas, analizarlas pero sin tomar partido. Un reciente estudio de Microsoft prueba que existe una correlación inversa entre la utilización de la IA y la creatividad. Ferguson dice que en ambos lados del Atlántico ya se lamenta la situación de exámenes escritos con IA y corregidos con un programa también de IA.
Propone cinco pasos para evitar esta situación. El primero, crear espacios en los que mantener las formas de aprendizaje tradicionales, excluyendo todo tipo de aparatos electrónicos. Lo llama crear un espacio que llama «claustro», es decir, estudiantes y profesores se «enclaustran» con papel y lápiz. Dedicar nueve horas diarias al «claustro» asumiendo que fuera del mismo la gente recurrirá a la IA pero con mucho menos tiempo. Por lo tanto, en la selección de candidatos, el factor principal sería evaluar la capacidad para enclaustrarse.
Junto con esto, Ferguson dice que las universidades deberían tener una constitución con tres poderes independientes. La que rige la UATX utiliza incluso el mismo lenguaje que la Constitución de los Estados Unidos.
Creo que tenemos que trabajar como el profesor Maestro para cerrar los manicomios.
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