En uno de sus soliloquios más conocidos, William Shakespeare traza las siete etapas de la vida humana. El célebre dramaturgo describe la transición de un ... niño, «arrastrándose como un caracol reacio a la escuela», a un adolescente «suspirando como un horno» por el despertar al amor y la confusión que acompañan el umbral de la edad adulta. Esta evolución de la inocencia infantil a la adolescencia es, y siempre ha sido, un proceso complicado, al que muchas personas simplemente agradecen haber sobrevivido saliendo ilesas.Una nueva serie de la televisión británica, 'Adolescencia', ha dado desde su estreno mucho de qué hablar.
La producción explora la perplejidad que supone en el siglo XXI ser un adolescente expuesto a la implacable conectividad con los medios sociales a través de los teléfonos y las tabletas digitales. En esencia, la historia es la que sigue: una adolescente es asesinada por uno de sus compañeros de clase, un chico de tan solo 13 años. Centrados en el acusado, los capítulos exploran algunas de las relaciones clave que éste mantiene con su entorno. Al estilo de un documental, el rodaje de cada episodio está realizado en sola una toma, lo cual arroja mucha luz sobre la vida real que se trata de reflejar. Aunque la puesta en escena se ubica en Inglaterra, queda claro que las cuestiones exploradas por la serie no se limitan a Reino Unido.
En España, por ejemplo, y apenas en las últimas semanas, se ha acusado a adolescentes de asesinar a una educadora en Badajoz, mientras que la Fiscalía de Cantabria ha emprendido una investigación sobre un caso gravísimo de agresión a un alumno con discapacidad -parálisis cerebral- en un colegio de Santander.Uno de los elementos más llamativas de 'Adolescencia' es lo poco enterados que están los adultos de lo que está sucediendo en el mundo de los jóvenes. La serie muestra cómo muchos integrantes de esas generaciones existen en un universo crepuscular de plataformas y sitios web; un universo del que los adultos, ya sean padres, profesores o policías, saben poco o nada.
Alguno de los diálogos más reveladores se producen cuando el acusado debe explicar a los adultos la jerga de estas plataformas. No es únicamente que estos últimos tengan dificultades para entender la acción que ha cometido el niño: ni siquiera comprenden el lenguaje que utiliza en sus relaciones con sus compañeros.La falta de entendimiento entre generaciones no es un fenómeno nuevo. En países como Reino Unido se remonta a finales del siglo XIX, cuando los adolescentes comenzaron a ganarse el sueldo y a asumir un poder cada vez más importante, con nuevos mercados en libros, revistas, ropa y ocio desarrollados específicamente para los consumidores de aquellas generaciones más jóvenes.
En la década de 1940 se acuñó por primera vez la palabra 'teenager' para describir ese grupo con identidad propia. Más tarde, en el entorno de la posguerra, esto fue seguido por el impulso a mercados aún más amplios, como los de la moda y la música, dirigidos de forma concreta a los jóvenes. Cuando los gustos y la moral de éstos no eran del agrado de sus mayores, se describía como una ruptura generacional. Pero ahora, los jóvenes tienen acceso a las redes sociales y, por lo tanto, a un campo que está fuera del control o incluso del conocimiento de cualquier adulto presente en sus vidas. Y estamos en un momento histórico de menos estabilidad familiar.
Los datos indican que en 2025 un joven tiene muchas más probabilidades de poseer un teléfono móvil que de vivir en una familia duradera con los dos progenitores juntos. Evidentemente, existen familias monoparentales en las que los niños se desarrollan en la adolescencia sin ningún problema. Pero también hay estudios que sugieren que los jóvenes, en concreto los varones, buscan modelos a seguir, los cuales, históricamente, podían haber sido encarnados por abuelos, tíos u otros hombres de la familia o profesores del colegio.
Como en muchos aspectos de nuestras vidas, la tecnología lo está cambiando todo. Y a medida que la importancia de la familia y los lazos de la comunidad presencial son cada vez más débiles, el poder de las comunidades 'en línea' es mucho más fuerte.Mientras algunos elementos de estabilidad en la vida de los adolescentes parecen ser cada vez más frágiles, se ejerce poco control sobre el contenido de las plataformas a las que tienen acceso. Los menores de edad tienen prohibido comprar alcohol, tabaco o conducir un coche, pero con 13 años ya se asoman a las redes sociales, que pueden ser muy tóxicas cuando se mueven en parámetros violentos, machistas o pornográficos.
En muchos casos, esto no es un fruto del azar, porque el algoritmo utilizado por las plataformas lleva rápidamente a los usuarios jóvenes a contenidos y/o 'influencers' que adquieren la fama por sus diatribas, con frecuencia agresivas, misóginas, homófobas y racistas. Conocido como la 'manosfera', este mundo de blogs, foros 'online' y páginas web promueven una forma de masculinidad muy radical. Uno de los más conocidos entre estos 'influencers' es Andrew Tate, quien cuenta con millones de seguidores en Instagram, TikTok y X. Tate, que niega todas las irregularidades que se le atribuyen, ha sido investigado por varios delitos incluyendo violencia de género y evasión de impuestos en Rumania, Inglaterra y EE UU.
El primer ministro británico, Keir Starmer, vio 'Adolescencia' junto a su esposa y sus dos hijos de 14 y 16 años. Starmer invitó a los productores y actores a Downing Street para conversar sobre la serie. Luego se dirigió a los diputados en la Cámara de los Comunes para transmitirles su preocupación porque la cantidad de violencia «llevada a cabo por hombres jóvenes influenciados por lo que ven 'online' es un problema real, aborrecible» que es preciso «abordar». Evidentemente, ni Starmer ni ningún otro político pueden encarar semejante desafío en solitario. La responsabilidad de proteger a los jóvenes es de todos y el debate que suscita 'Adolescencia' es más que necesario.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.