Bronca endémica
El choque Gobierno-PP por los incendios reproduce un muy pernicioso efecto de la polarización: hurtar a las crisis una respuesta de Estado
El enésimo frente entre el Gobierno y el PP en el que ha derivado la lucha que libran ciudadanos de medio país, las autoridades concernidas ... y los servicios de emergencias por las arrasadoras lenguas de fuego que aún desafían a Castilla y León, Galicia y Extremadura reproduce un enfrentamiento que, lamentablemente, amenaza con convertirse en endémico en España.
Y que se ha erigido ya en uno de los efectos más perniciosos para el bien común de la polarización que viene desatando incendios, estos políticos, en las últimas legislaturas: la evaporación de una dinámica de Estado que permita no solo afrontar catástrofes como la presente desde la colaboración leal esperable entre las distintas administraciones, en el marco de un modelo tan descentralizado como el español, sino identificar las causas de las mismas y trabajar conjuntamente por su resolución, sin que ello signifique renunciar a la legítima pugna ideológica y partidaria.
No es nuevo escuchar a dirigentes institucionales y políticos cómo esgrimen los mismos argumentos contra sus rivales que ellos niegan cuando están al otro lado y son los receptores de las críticas. Pero lo que sí resulta especialmente descorazonador en esta etapa es que lo previsible sea el disenso entre los dos grandes partidos; entre el Gobierno que ha de gestionar escenarios de crisis en cooperación con los ejecutivos autonómicos, sin eludir la responsabilidad principal que le corresponde, y la oposición que está llamada a fiscalizarlo bajo el espíritu de lo razonable.
El resultado del pulso sin fin entre los socialistas de Pedro Sánchez y los populares antes de Pablo Casado y ahora de Alberto Núñez Feijóo es la ausencia de un entendimiento articulado que hubiera ofrecido un colchón de sosiego a la ciudadanía afectada por la pandemia, el volcán de La Palma, la dana de Valencia o, ahora, la devastación de los incendios. No es el caso de Óscar Puente, amparado irresponsablemente para que prosiga con sus desahogos tuiteros, pero la apuesta del presidente del Gobierno por que varios de sus colaboradores actúen al tiempo como ministros y candidatos electorales contamina de barro partidario el obligado diálogo institucional.
Y la descentralización de competencias no puede llevar al Ejecutivo a desentenderse de la gestión cuando los gobiernos autonómicos no son de su color político. Pero en paralelo, los barones del PP tampoco deben evadirse de las atribuciones que les son propias amparándose en lo que interpretan como un abandono interesado por Moncloa.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión