Políticos que arden
Que PSOE y PP redoblen su pugna electoral en plena tragedia por los fuegos desalienta a una ciudadanía que les exige unidad y eficacia
Dos semanas de devastación por el fuego causan costes irreparables como el de los cuatro fallecidos. Y daños aún pendientes de evaluar en casas, explotaciones ... agrícolas y ganaderas, entre otras actividades, además de la dolorosa pérdida de riqueza natural. A la declaración de las áreas afectadas como zona catastrófica, en el Consejo de Ministros del martes, seguirán las reclamaciones de los perjudicados, que instituciones y aseguradoras deberán atender con la máxima diligencia.
El episodio de incendios tiñe de negro un paisaje que tardará mucho tiempo en recuperarse. Desnuda además a ojos de los más directamente afectados, y ante la ciudadanía en general, a unas administraciones que se han visto desbordadas. Como ya ocurrió hace diez meses con la dana de Valencia, en aquella ocasión con un coste humano todavía difícil de asumir, un despliegue de recursos sin precedentes no ha evitado que vecinos de Castilla y León, Galicia y Extremadura se sintieran desprotegidos en la emergencia. Que más de 30.000 personas vivieran el drama del desalojo con el temor de lo que encontrarían a su regreso días después. Y que todo el país asistiera avergonzado a un nuevo asalto de la pugna electoral que libran PSOE y PP.
En el Gobierno central, los socialistas, y al frente de las comunidades autónomas escenario de los siniestros, los populares, ambos merecen una severa censura por anteponer el interés partidista a la colaboración estrecha y leal que requiere una situación tan angustiosa. Por su impaciencia para reprochar la actuación del adversario político, sin detenerse a enjuiciar el ejercicio de las propias competencias. Por no prever el riesgo explosivo de las sucesivas olas de calor después de una primavera muy lluviosa, eludir la autocrítica sobre la deficiente gestión forestal y consentir las precarias condiciones laborales de los que miran al fuego a la cara. Con la bronca permanente para calentar un nuevo ciclo electoral, PSOE y PP descuidan, y en el caso de los conservadores incluso alientan, un progresivo desprestigio de lo público como proveedor de soluciones. Y abonan el terreno para el desencanto abstencionista y, aún peor, para el ascenso de un populismo callado ante las verdaderas urgencias pero presto a prender hogueras por problemas imaginarios.
En Cantabria, la gestión de unos incendios que amenazaron a Liébana, afectaron a los Picos de Europa y llegaron a entrar en el territorio, parece la correcta, aunque sí es cierto que con algunas lagunas. El Gobierno regional optó por activar el Plan de Emergencias el día 15 de agosto, en uno de sus primeros niveles, el que autoriza la colaboración con las comunidades vecinas en las labores de extinción y prevención. A medida que se sucedieron los acontecimientos, decidió cerrar el teleférico de Fuente Dé, limitar las rutas en los Picos de Europa y elevar el nivel de la emergencia al estadio 2, que abre ya la posibilidad de solicitar la ayuda del Gobierno central en caso de necesidad. Cantabria llegó a requerir al Ministerio que reforzara los medios aéreos en Castilla yLeón y actuara también en Camaleño, petición que no fue finalmente atendida en base a la urgencia.
Los sindicatos sí han hablado de falta de coordinación en el operativo e, incluso, han aludido a problemas entre las consejerías de Medio Rural y de Presidencia en la gestión de los recursos, denuncias públicas rechazadas desde el Gobierno. Sin embargo, lo que más llama la atención es el empeño que tuvo el Ejecutivo en negar que el fuego hubiera llegado a territorio cántabro a través de los puertos de Salvorón cuando diferentes portavoces sobre el terreno (bomberos forestales y vecinos)así lo aseguraban y así lo reflejó este periódico. Horas después, la Consejería de Presidencia admitía la llegada de los incendios a la región.
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