Educación económica para un mundo complejo
En un mundo que se transforma a velocidad vertiginosa, los estudios en Economía y Administración de Empresas se han consolidado como pilares fundamentales para entender ... la realidad económica, dialogar con otras disciplinas y contribuir a soluciones globales. Lo que antes se percibía como carreras enfocadas estrictamente en lo macroeconómico y lo empresarial, hoy se revelan como campos con una profunda capacidad de integración y colaboración con áreas tan diversas como la tecnología, la salud, la política, el medio ambiente o las ciencias sociales.
Por un lado, la economía ofrece herramientas para analizar cómo se distribuyen los recursos en la sociedad, cómo se generan los incentivos, y qué efectos tienen las políticas públicas en el bienestar general. Por otro, la administración de empresas aporta conocimientos clave sobre cómo organizar recursos para alcanzar objetivos de manera eficiente. En conjunto, estas disciplinas permiten entender tanto el funcionamiento de un pequeño emprendimiento como el de los grandes sistemas económicos globales.
Pero más allá de su función técnica, lo más interesante es cómo estas áreas han ampliado sus fronteras. Hoy es impensable hablar de economía sin considerar su impacto social o ambiental, o pensar en una buena gestión empresarial sin tener en cuenta la transformación digital o las dinámicas del talento humano. Es ahí donde aparece la transversalidad: la capacidad de estas disciplinas para conectarse y enriquecerse con otras ramas del conocimiento.
La política y las relaciones internacionales, por poner ejemplo, no pueden analizarse sin entender sus implicaciones económicas. La elaboración de presupuestos, el diseño de políticas fiscales, los tratados comerciales o la cooperación internacional requieren de expertos que comprendan la lógica económica y la dinámica institucional y organizacional.
Otro terreno fértil para esta interacción es el de la tecnología. El crecimiento del sector fintech (tecnología financiera), el uso de inteligencia artificial en la toma de decisiones empresariales o el análisis de datos masivos (big data) para entender tendencias de consumo son solo algunas muestras de cómo economía y administración están en el corazón de la revolución digital. Hoy se necesitan profesionales que sepan interpretar algoritmos, pero también que comprendan el mercado y sepan liderar equipos multidisciplinares.
Las ciencias sociales también tienen mucho que aportar. La economía del comportamiento, por ejemplo, une psicología y economía para estudiar cómo toman decisiones las personas más allá del supuesto de racionalidad perfecta. En las organizaciones, entender los factores motivacionales, las dinámicas de equipo o el liderazgo empático son habilidades clave para lograr una gestión eficaz y sostenible.
A esto se suma la creciente preocupación por la sostenibilidad. Ya no basta con que una empresa sea rentable: también debe ser responsable con el medio ambiente. Conceptos como economía circular o responsabilidad social empresarial exigen que economistas y administradores piensen de forma integral, incorporando variables ambientales y éticas en sus decisiones.
Incluso en sectores donde tradicionalmente no se pensaba en economía o administración, como la salud o la educación, estos saberes se vuelven casi esenciales. Así, por ejemplo, los vínculos con la medicina y la salud pública son cada vez más notorios. La gestión eficiente de recursos en hospitales, la evaluación económica de tratamientos médicos y el diseño de políticas sanitarias dependen del conocimiento económico y administrativo. La pandemia fue un ejemplo claro de cómo estas disciplinas pueden colaborar para tomar decisiones informadas en momentos de crisis. También las universidades y centros de formación requieren una gestión eficaz de sus recursos.
En definitiva, Economía y Administración de Empresas son disciplinas que, lejos de ser compartimentos estancos, se han convertido en plataformas de diálogo interdisciplinar. Su transversalidad no sólo enriquece el conocimiento, sino que también potencia la capacidad de intervención en un mundo que exige respuestas complejas y colaborativas.
En este contexto, destaca el impulso formativo que están llevando a cabo las instituciones académicas. Un ejemplo reciente lo tenemos en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de Cantabria, que ha celebrado recientemente la graduación de 200 nuevos egresados en estos estudios. Además, la Facultad ha iniciado un proceso de renovación curricular que busca responder a los desafíos actuales del entorno económico y laboral. Esta transformación ha sido impulsada por su decano, Jesús Collado, que ha promovido la elaboración de nuevos planes de estudios en economía y competencias digitales, con el objetivo de preparar al alumnado para una realidad cada vez más interconectada, tecnológica y exigente en términos de habilidades transversales.
Formar profesionales en estos campos ya no significa sólo formar gerentes o economistas: es preparar a líderes capaces de comprender, articular y transformar la realidad desde múltiples ángulos. Porque el futuro, más que especializado, será integrador.
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