Nueva economía de los intangibles
Hay un número importante de países que ya invierten más en intangibles que en tangibles. En España, la brecha es notable
Tradicionalmente, la fuerza de una economía se ha medido en base a dos variables: el capital y el trabajo. El capital se invertía en instalaciones, ... infraestructura y maquinaria, y se combinaba con trabajo, materias primas y bienes intermedios para producir bienes y servicios. Sin embargo, esta concepción es evidentemente arcaica. Las empresas ya no se valoran sólo por sus bienes de capital, sino también por sus intangibles.
Uno de los grandes desafíos que afronta Europa, como señalan los Informes de Draghi y Letta, es el de la competitividad económica y empresarial, especialmente en un contexto internacional de globalización en transformación y carrera tecnológica. En el caso de España, concurren particularidades específicas que le hacen más vulnerable, como el problema estructural de productividad o un mejorable nivel de sofisticación del tejido productivo y de diferenciación de su oferta. En este contexto, la inversión en activos intangibles se presenta como una solución clave para mejorar la competitividad exterior. Aumentar la inversión en investigación y desarrollo, formación de capital humano, innovación y tecnología o diseño y marcas, permitiría diversificar la economía y desarrollar productos y servicios más avanzados y competitivos.
Una definición comúnmente aceptada considera como intangibles la información digitalizada (software y bases de datos), así como los dos primeros elementos de la propiedad de la innovación (I+D), la prospección minera y los originales de obras recreativas, literarias o artísticas. El Sistema Europeo de Cuentas Nacionales (SEC) está trabajando en la incorporación del activo correspondiente a la imagen de marca. Alrededor de un tercio de las empresas que cotizan en bolsa no incluye los intangibles en su valoración. Su inclusión elevaría sustancialmente su valor.
El informe de la Fundación Cotec y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas señala que, en 2023, España invirtió en activos intangibles no residenciales un 7,8% del PIB, cifra inferior a la de la mayoría de los países desarrollados del entorno: Francia (14,7%), Reino Unido (12,3%), Alemania (9,2%) o Portugal (8,3%), aunque por delante de Italia (7,5%). El limitado esfuerzo inversor español condiciona la productividad, que tiene hoy un papel crucial para el crecimiento económico y, por lo tanto, para la calidad de vida de la población. Además, se trata de inversiones particularmente resilientes a las variaciones del ciclo económico.
Según los resultados del informe, hay un número importante de países que ya invierten más en intangibles que en tangibles. Por cada euro que Estados Unidos destina a tangibles, invierte 1,68 euros en intangibles. En España, la proporción es muy distinta: por cada euro destinado a activos tangibles, solo se invierte 0,71 euros en intangibles. Esta brecha es intensa en el sector público: por cada euro que el sector público español invierte en intangibles, el sector privado invierte siete. En los Países Bajos, la relación es de uno a cuatro.
Pese a esta situación, España ha experimentado un proceso de convergencia con otros países y, de hecho, desde 1995 lidera el crecimiento de la inversión en activos intangibles. Registra una tasa de crecimiento promedio anual del 3,6%, claramente superior a la de Países Bajos (2,8%), Reino Unido (2,7%), Francia (2,6%) y Alemania (2,2%). Desde 2019 España es el único país del grupo analizado que se encuentra en fase de convergencia con los líderes.
Si ponemos el foco en los diferentes tipos de activos intangibles, España sólo destaca en diseño y software, mientras que ocupa la última posición entre los países analizados en capital humano específico de la empresa y estructura organizativa. Los dos activos que más han contribuido al proceso de convergencia son el software y la I+D.
Todas las comunidades autónomas han reforzado su apuesta por los intangibles respecto a la situación previa a la pandemia, pero este crecimiento no ha sido uniforme. Existen importantes diferencias interterritoriales. Solo tres comunidades invierten por encima de la media española (7,7%): Madrid (11,5%), Cataluña (8,5%) y Navarra (7,9%). Cantabria, por su parte, ocupa la 12ª posición del ranking en cuanto a inversión en intangibles respecto del PIB. Se encuentra por debajo de la media española en todos los tipos de activos, excepto en diseño y desarrollo de nuevos productos. En el período 1995-2023, ha mostrado divergencia con respecto al conjunto del país, aunque en los años más recientes (2020-2023) su inversión en intangibles muestra un dinamismo similar al del resto de España.
A futuro, España dispone de una oportunidad que debe aprovechar. La aceleración del impulso tecnológico y digital tras el covid y el elevado volumen de fondos europeos del NGEU deberían utilizarse como palancas para subir la inversión productiva y en activos intangibles, y reducir así el diferencial con las principales economías desarrolladas. Ello permitiría mejorar la productividad, especialmente si esa inversión se ve favorecida por entornos regulatorios favorables, y sentar las bases de un crecimiento económico más sostenible y equilibrado.
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