Las Yhadys
Mi nuevo grupo favorito es una banda santanderina, Las Yhadys, que me ha conquistado con dos argumentos básicos pero irrefutables: caña –'zurra'– e inteligencia. Bueno, ... eso y la simpatía que despierta su alergia al éxito, que ni les persigue ni parece que vaya a alcanzarles nunca.
Ellos mismos lo cuentan en su último single, aunque sea fabulando a un narrador imposible, que lo intenta todo para conseguir un hit pero no hay manera: «No consigo petar», dice la canción. Ni tiñéndose de amarillo ni pasándose al reguetón. Sueña con sonar en Radio Nacional pero «mandé mi disco a todo el mundo y no me ponen ni en 'El pisuco'».
Estefanía y sobre todo Sergio no se han teñido, de momento, y aunque han anunciado un viraje al tecnopop, en realidad siguen moviéndose en la onda cortísima que va del punk ramoniano al powerpop hipervitaminado. Y lo cierto es que sus conciertos son divertidísimos, sacando petróleo del minimalismo: él guitarrea sin duelo y ella baila sobre los teclados mientras van desgranando canciones tan ingeniosas como afiladas. 'Hipotécate' podría ser un himno generacional, 'No vuelvas por favor' es ideal para dedicar a cualquier ex y 'STV' debería haberles lanzado a la fama. ¿Por qué no consiguen petarlo?
El éxito, claro, es caprichoso, y tampoco hay quien lo entienda. ¿Quién iba a decir a La La Love You que lo alcanzarían de cuarentones? ¿Por qué contra pronóstico pegó 'Cayetano'? Lo bueno del asunto es que Las Yhadys no se rinden.
No llenan estadios, pero ahí siguen, con un goteo de temazos en los que cada vez se superan: tocan mejor, cantan mejor, escriben mejor… Y se lo toman con ironía: «Todos quieren que vaya a Madrid, que lo que necesito está allí»… Por favor, no os vayáis a Madrid. Gotham os necesita.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión