Evolución del 'homo occidualis'
El humanismo, en su pacto con la ciencia, participa de la religión civil si bien su origen se encuentra en el cristianismo
Las fechas son puramente orientativas, su única finalidad es dar una idea del estadio en la historia de Occidente en que se produce cada fenómeno, ... y la distancia entre ellos. La información utilizada está tomada de fuentes generalmente contrastadas y aceptadas.
Hace unos 70.000 años, los humanos eran cazadores y recolectores. Hace 12.000 años (10.000 aC) devinieron sedentarios, agricultores y ganaderos. Hace unos 500 años se produjo una revolución científico-técnica que culminaría en el s. XIX con la revolución industrial. La religión fue perdiendo peso social y resultó progresivamente reemplazada por el humanismo: el hombre como medida de todas las cosas. La ciencia y la investigación pasan a primer plano fruto de una curiosidad, interrogativa y sin límites, por las cosas de este mundo. Pero el humanismo fue cristiano antes de secularizarse.
Como consecuencia del racionalismo se rechazó el recurso a la metafísica para explicar la naturaleza de nuestro mundo. Solo admitió explicaciones al alcance de la investigación empírica y la constatación experimental de las hipótesis. A principios del s. XX, el estudio de la mente y los procesos resultantes de su actividad –la neurociencia– hace extensiva esta investigación a la naturaleza humana. Se establece definitivamente la distinción entre inteligencia y conciencia para diferenciar al humano del resto del reino animal.
En común con los animales, el humano tiene un conjunto de algoritmos que permite desarrollar y resolver tareas concretas mediante automatismos (p.e. la reproducción y la supervivencia). Pero además de la inteligencia algorítmica, la mente humana tiene consciencia, sensaciones y sentimientos subjetivos. Carecemos de una explicación consensuada y convincente de por qué la selección evolutiva ha tomado esta ruta y no la de los automatismos.
En todo caso es distintivo de los humanos la voluntad de cooperación y la trasmisión de la cultura de forma acumulativa. Lengua y moral serían sus consecuencias. También la construcción de discursos y relatos imaginarios para intercambiar información sobre entidades abstractas, dotadas de propiedades que se asumen como reales, que adquieren 'materialidad', modifican y condicionan la conducta e influyen de manera decisiva en nuestra cosmovisión. Por otra parte, la formación de grandes sociedades, imperios capaces de cooperar a gran escala, hubieran sido imposibles sin algo tan abstracto como la escritura y el dinero.
Pero el sentido de la existencia viene dado por los relatos, primero metafísicos y luego seculares: religiones místicas y civiles. El mundo social no puede organizarse a través de la ciencia. Esta puede inducir relatos más robustos que no la contradigan, pero la necesidad de dotar al mundo de significado sigue ahí, como guía para la acción y con valores alrededor de los cuales se organizan las instituciones que garantizan el poder y el orden social. En este sentido el humanismo, en su pacto con la ciencia, participa de la religión civil si bien su origen se encuentra en el cristianismo.
El liberalismo y el socialismo serían las dos caras de la religión humanista: el yang científico (poder) y el yin humanista (sentido). El gran cambio de la modernidad ha sido la sustitución del Dios de la fe por el humanismo. El humano se interroga sobre la verdad, la bondad, la belleza que guía sus actos, sus emociones y sus pensamientos. La verdad a través de la ciencia, la bondad/maldad preguntando a su corazón, la belleza a través de sus emociones subjetivas.
El humanismo liberal se centra en la defensa del individuo. El abuso capitalista trajo el socialismo que limita la libertad de los individuos con las necesidades del grupo. El darwinismo social prima el conflicto y la competencia para la supervivencia de la especie; lo cual lleva inevitablemente al superhombre nietzscheano y el nihilismo. La posmodernidad –el caos nihilista que renuncia al humanismo– lleva a la destrucción.
El humano es un ser social. Cuando se le impone un sistema basado en la jerarquía y la competencia (lo opuesto a la democracia) lleva al autoritarismo nacionalista, frente a un pueblo –colectividad y nación– que adquiere agencia dando forma a un abstracto 'ente colectivo' del que surgen las leyes. Pero históricamente este ente ha sido sometido al gobierno de una elite que se reclama por encima de tales leyes y solo respeta las propias, en competencia con aquellas, y con la pretensión de imponer su jerarquía. Nazismo y estalinismo su expresión más trágica.
Para acabar de arreglarlo la ciencia cibernética pudiera esta a punto de convertir en obsoletos los postulados fácticos del humanismo. En concreto, aspectos fundamentales de la individualidad, la libertad y el conocimiento humanos, sustituidos por un cóctel de determinismo (social) y lo aleatorio (el caos de lo real). Una propuesta que no se comparece con la del humanismo.
La cibernética puede llevar al divorcio entre inteligencia y conciencia (ver más arriba) para construir algoritmos inorgánicos que mejoren con mucho la convivencia… ¡de los humanos robotizados!
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