Gaza
Para unos y para otros la tragedia queda en un segundo término por detrás de sus intereses electorales
Gaza se hizo famosa por sus velos de gasa que transparentaban las facciones cubiertas de las mujeres musulmanas, y que tanto juego han dado en ... los relatos literarios desde la Edad Media – 'Las mil y una noches'– hasta nuestros días – 'Hijos de la medianoche'–. Aquel romántico velo ha cedido el paso a otro, este trágicamente famoso, que hoy llena las páginas de los medios mundiales de comunicación. Está la tragedia de Gaza (no digas genocidio aunque lo pienses) y está el velo con que unos y otros intentan cubrir sus vergüenzas, que sin embargo se transparentan.
Sin ir más lejos, en España. Los políticos españoles, cegados por las próximas elecciones generales, interpretan todos los eventos, Gaza incluido, bajo este prisma. Unos, situando la tragedia de Gaza en primer plano con el vano propósito de que sirva de velo para tapar los numerosos escándalos judiciales que pueden costarles la Presidencia, el Congreso, el Senado y la mayoría de los gobiernos autonómicos. Los otros adoptan frente a la tragedia de Gaza posturas tan inverosímiles como imposibles de sostener, con el único fin de que el público no pase página y aparte la vista de susodichas vergüenzas. Pero el público ve a través de este velo, con lo que ambos corren grave riesgo de que la maniobra se vuelva en su contra.
Una cosa está clara: para unos y otros la tragedia de Gaza, que ni por asomo dudo que les afecta, queda en un segundo término por detrás de sus intereses electorales. Lo mismo ocurre con el resto de asuntos que verdaderamente influyen en lo que muy bien pudiera llegar a ser la tragedia de España.
Y no solo España, ante la tragedia de Gaza la UE también está utilizando el velo de Gaza para tapar sus vergüenzas. Esa carrera de última hora para reconocer al Estado Palestino –el asunto estaba sobre la mesa desde 1967– tampoco va a engañar al público en general por mucho tiempo. El conflicto que primordialmente afecta a la UE se llama Ucrania, y el velo de Gaza nunca podrá cubrir sus vergüenzas ni de lejos. La UE necesita frenar a una Rusia cada vez más agresiva; pero después de 80 años sigue dependiendo penosamente de la protección de Estados Unidos. Trump ha subido el precio de esa protección a niveles inimaginables, pero a la UE no le queda otro remedio que asumirlo; frente a una amenaza existencial cualquiera que sea el precio debe pagarse. Si a pesar de la ayuda americana, que va a seguir siendo dudosa, la UE no consigue recomponer su unidad ¡apaga y vámonos!
La única que no parece ocultarse tras dicho velo es la América trumpista. No lo necesita. Para ella el triunfo de Israel es el primer paso hacia el reinado universal del Nuevo Israel: América. Promesa bíblica.
Quizá sea el gobierno de Israel quien ha estado usando y abusando el velo de Gaza de la manera más cínica. Uno lleva denunciándolo muchos años (esto tampoco debes decirlo) pero hoy es evidente para todo el que tenga ojos en la cara que el objetivo es un Gran Israel, que vaya desde el río Jordán hasta el Mediterráneo, expandiéndose por los cuatro puntos cardinales. En su cinismo acusan a los palestinos de perseguir el mismo objetivo, mientras sonríen detrás del velo. Ahora bien, como en el caso de Europa, Israel necesita a Estados Unidos para completar dicho objetivo, solamente que Trump no les pasa factura por la protección. Más bien a Estados Unidos siempre le ha convenido apoyar a un Israel potente, que neutralice una potencial hegemonía islámica. Con este fin paga los servicios de Israel muy generosamente. Es más, la posibilidad hoy de una hegemonía israelita les hace babear solo de imaginar las ventajas. Aunque aparentemente Trump ha archivado su proyecto personal de una Riviera en Gaza.
El fundamentalismo islámico, comparado con el cual se pone de manifiesto hasta qué punto la politización del cristianismo es un juego de niños, también utiliza el velo de Gaza; pero para justificar el sacrificio de dos millones de gazatíes en el altar de su lucha contra el sionismo. Ni el fundamentalismo cristiano, ni siquiera el fundamentalismo judío, se acercan de lejos a esta monstruosidad. Hay que remontarse a la monstruosidad del nazismo y del estalinismo para encontrar un paralelo. Con una particularidad, la locura de Hitler tuvo verdaderas posibilidades de salirse con la suya, y la de Stalin se sostuvo durante 50 años; en el caso del fundamentalismo musulmán dicha posibilidad no existe. Ciertamente el islam lo practican más de mil millones de fieles, algo solo comparable al cristianismo; pero los fundamentalistas solo representan una pequeña proporción de esa muchedumbre, como en el cristianismo. Ahora bien, el fundamentalismo musulmán ha demostrado hasta que punto está dispuesto a llegar en su empeño; mientras el fundamentalismo Cristiano, hoy por hoy, no va más allá de jugar con fuego.
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