Huida hacia adelante
Las finanzas, en general, y la bolsa, en particular, han dejado de funcionar como un mecanismo de distribución racional y eficiente de los recursos monetarios
Fue Santayana, ese filósofo español que vivió toda su vida adulta en Estados Unidos, quien dijo que «los estadounidenses no resuelven los problemas, los dejan ... atrás. Si hay una idea que no les gusta no se molestan en refutarla, simplemente cambian de conversación y la idea original muere por inanición. Si una situación les molesta la dejan en el pasado».
Se denomina 'huida hacia adelante' a la acción de alejarse de los problemas con la esperanza de que desaparezcan. Un vicio muy americano, quizá porque el desarraigo original -quien más quien menos todos tienen un pasado emigrante-, hace que la solidaridad social sea bastante más superficial que en los países de arraigo milenario. Sea como fuere, el hecho es que el individualismo está muy arraigado en los cimientos sobre los que se ha construido ese país. Y es causa próxima de su sobresaliente prosperidad -sin duda el de mayor riqueza en términos absolutos- así como de la formación de burbujas económicas que al reventar acaban afectando a todo el mundo.
Es ahí precisamente donde viene a cuento el adagio de Santayana. La formación de burbujas y su eventual reventón se ha convertido en algo cíclico con lo que los estadounidenses han aprendido a vivir. Lejos de tomar medidas correctivas verdaderamente eficaces a largo plazo se conforman con aplicar primeros auxilios y pasar página. La consecuencia lógica es una nueva burbuja especulativa y su reventón. Pero esto no es lo peor, aunque sea lo más escandaloso, lo peor es la degradación del sistema. Y aún peor es el contagio sufrido por todas las economías occidentales que imitan miopemente el original.
Este es exactamente el punto en que nos encontramos hoy. Cómo lo verán los presidentes de los tres bancos más importantes de Estados Unidos y Warren Buffett -presidente de una de las mayores corporaciones operativas en bolsa- que, al ver la desproporcionada manera de aumentar su volumen de negocio sin una base sólida que lo explique, han disparado todas las alarmas respecto a la formación de una burbuja similar a las que reventaron en 2001, las famosas punto.com, y, en 2008, la gran recesión.
En su reunión anual de accionistas Buffett ha señalado la aberración sufrida por el sistema, utilizando argumentos que hace 30 años ya circulaban entre los expertos en la materia. Las finanzas, en general, y la bolsa, en particular, han dejado de funcionar como un mecanismo de distribución racional y eficiente de los recursos monetarios. Han pasado a operar como un casino donde se cruzan apuestas que unos ganan y otros pierden, con un apetitoso margen para la casa. Ejemplo paradigmático: la compra/venta de criptomonedas no crea riqueza, no ha creado ni producido un nuevo producto o un nuevo servicio, el dinero simplemente ha cambiado de manos. Pero con un impacto nulo en el crecimiento económico y el desarrollo industrial, que son precisamente las dos funciones básicas que constituyen la razón de ser de la bolsa, la banca y demás instituciones financieras. Las operaciones con criptomonedas son hoy las más rentables, las más arriesgadas y las que nada contribuyen al crecimiento de la economía real. Más bien la desestabilizan.
Buffet señala a continuación cuatro razones por las que las viejas reglas del juego han dejado de ser aplicables:
–El casino ha reemplazado a la fábrica. Antiguamente, el precio de las acciones bursátiles estaba relacionado con el valor de cada empresa; hoy, el inversor ha dejado de operar en función de las expectativas a medio y largo plazo y en su lugar se dedica a adivinar qué billete de lotería saldrá premiado la próxima semana. Este sistema especulativo está construido sobre un suelo de arenas movedizas; no está creando riqueza, sólo crea una ilusión de riqueza sin incrementar el valor real de las empresas.
–La economía ha perdido la brújula. El endeudamiento ha dejado de ser percibido como el riesgo que realmente es; se asume que el préstamo se va a pagar por sí mismo, o bien que la bancarrota no tendrá consecuencias reales. La presunción de riqueza siempre debe correr más aprisa que la deuda; pero ahora ocurre todo lo contrario. Y ya no sólo se endeudan las grandes corporaciones sino todo hijo de vecino.
–La ilusión de que todo está bajo control. La varita mágica del Banco Central viene salvando a las grandes corporaciones, creando dinero de la nada. Pero claro, resulta que hoy la varita está perdiendo sus mágicos poderes.
–La pérdida de la paciencia para trabajar con objetivos a largo plazo. Lo único que cuenta actualmente son las ganancias trimestrales, nada de planes quinquenales al uso en la supuestamente trasnochada economía china. Pero al recablear sus finanzas a corto plazo están hipotecando el futuro.
En realidad, las viejas reglas del juego se han reducido a una: ¡Sálvese quien pueda! Lo peor es que las economías occidentales llevan decenios imitando miopemente al original.
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