Irrelevancia geopolítica
La mayor amenaza a la unidad interna de la UE son las maniobras divisivas de EE UU y China para conquistar sus mercados
Hablemos de la Unión Europea. Hasta hace pocos años, cuando hablábamos de política internacional nos referíamos a una relación civilizada entre países. En esta relación ... Europa sobresalía por su riqueza económica, su desarrollo social y sus acogedoras leyes; o sea, el estado del bienestar. Por esta razón Europa era un auténtico imán para propios y extraños. Desde los más ricos hasta los más pobres se sentían atraídos por el entorno europeo, bastante más allá de unas vacaciones. En ello residía su poder, llamado 'blando', ante el resto del mundo. Pero de un tiempo a esta parte la geopolítica, el poder 'duro', domina las relaciones internacionales y ello está relegando Europa a la irrelevancia.
Europa no fue siempre así. De hecho, hasta la Primera Guerra Mundial las grandes potencias europeas marcaron el paso al resto del mundo, durante siglos. Ahora es el resto del mundo el que empieza a marcar el paso a los países europeos. En el punto más álgido de su era imperial (1885-1914) las grandes potencias europeas del momento, Gran Bretaña, Francia, los Países Bajos abarcados por Bélgica y una renacida Alemania, se repartieron África a base de invasiones, conquistas y colonizaciones. África, hasta entonces ocupada en un 10%, mayormente por España y Portugal, pasó a estar ocupada en un 90%. Solo Etiopía y Liberia mantuvieron su independencia. Hoy, con las potencias europeas en franca retirada, quizá estemos asistiendo a una inversión histórica. Ahora, la tarta a repartir entre las grandes potencias que ejercen su influencia a lo largo del continente, es Europa.
En los Balcanes, que teóricamente forman o quieren formar parte de la UE, la influencia de Rusia, Turquía y China no cesa de crecer; particularmente China, a través de créditos para la construcción de infraestructuras. Pero la mayor amenaza a la unidad interna de la UE son las maniobras divisivas de EE UU y China para conquistar sus mercados
La razón del fracaso de la iniciativa europea para responder a las tarifas arancelarias americanas con medidas concertadas, fue el predominio de los intereses particulares de cada miembro de la Unión y cada industria; lo cual fue jugado a fondo por EE UU. Algo parecido sucede con la reacción europea al nuevo asalto chino a sus mercados, para deshacerse de sus excedentes de producción; la industria europea, cegada por ofertas chinas muy selectivas, se ve imposibilitada para diseñar y poner en práctica una respuesta colectiva.
La citada irrelevancia se escenificó el pasado verano, durante la reunión de la presidenta de la Comisión Europea con Trump, en una ceremonia humillante: Primero, la obligó a reunirse con él en su particular campo de golf en Escocia; segundo, la obligó a aceptar una tarifa básica del 15% a todas sus exportaciones a USA, a cambio de nada; tercero, se vio obligada a hacerse una foto con él, con los dos pulgares hacia arriba y una sonrisa de circunstancias que daba grima. Todo el parloteo previo sobre que el mercado europeo era tan poderoso que permitiría a la Unión Europea hablar de tú a tú con cualquier superpotencia, se quedó en agua de borrajas. La dependencia de la seguridad militar proporcionada por Estados Unidos, en un momento en que la UE se ve amenazada en Ucrania y en el Mediterráneo oriental, fue exhibida por Trump como espada de Damocles Y eso bastó para que Bruselas agachara la cabeza.
En Ucrania, Trump exige a la Unión Europea financiar la guerra contra Rusia, y su posterior reconstrucción, mientras él negocia unilateralmente una paz de la que Estados Unidos saldría muy beneficiado. La UE también está marginada de las negociaciones sobre Palestina, Líbano y Siria. Trump negocia con Egipto, Qatar e Israel, adjudicando a Turquía un papel de mediador neutral entre todas las partes.
A los conflictos africanos hay que echarlos de comer aparte. La frontera sur de Europa será a largo plazo más importante que la frontera este. A Europa le preocupa más Rusia porque es un peligro inmediato; pero África tiene ya 1.500 millones de habitantes que serán 1.700 en 2030. Dada la brutalidad de las guerras la presión migratoria, que ya es muy alta, no cesará de crecer. La influencia exterior en África ha dejado de ser europea; ahora mismo los países que están interviniendo en sus conflictos son los Emiratos Árabes, Egipto, Turquía y Rusia. Rusia ha sustituido a Francia, como árbitro de la situación, en el África subsahariana.
Aunque la impotencia europea es más evidente en el área de la seguridad militar, los expertos internacionales señalan los problemas estructurales, políticos y culturales de la UE como su verdadero talón de Aquiles. Evidencian la incapacidad de Bruselas para actuar como un Estado hecho y derecho; con excelente legislación y burocracia, pero sin la velocidad y la garra de EE UU y China. Y, lo que es peor a este respecto, no se vislumbra luz al final del túnel.
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