Secciones
Servicios
Destacamos
Cuando oigo decir a Trump que él solo quiere la paz, no puedo evitar acordarme de los chascarrillos que circulaban por la España de Franco ... cuando, con todo lujo y boato, se celebraron los '25 años de paz'. El más ingenioso: «25 años de paz, es decir de tranquilidad, del griego ́tranca'». El diccionario de la RAE definía por entonces 'tranca', en primera acepción, como 'palo grueso y fuerte'. Sinónimo: estaca.
Pero también por entonces se evocaba –en serio– la suprema paz que se respiraba en los cementerios como el modelo de paz que se había impuesto. La paz que se logra cuando los más fuertes se han impuesto por completo a toda la sociedad. Aquella paz, sin embargo, duraría poco tiempo más. Corría el año 1964 y en los años siguientes la sociedad se conmocionó de tal manera que, a la muerte de Franco, el régimen se vino abajo y la democracia vendría a sustituirlo tras tres años de transición.
La paz que Trump quiere para Ucrania no es la que quiere Ucrania ni la que le conviene a Europa, es un acuerdo bilateral con Putin por el que Rusia se queda con una quinta parte del país y Estados Unidos convierte a las otras cuatro partes en un Estado vasallo.
Un Estado que no sería democrático ni estaría dirigido por un Zelenski, a quien Trump no tiene simpatía alguna, sino un régimen iliberal dirigido por un sucedáneo de Víctor Orbán, que le garantice pingües ganancias compensatorias de los gastos incurridos por Biden en su defensa... ¡Multiplicados por dos! Un sucedáneo que, como Orbán, le ponga una vela a la UE y otra a Rusia; pero dependiente de EE UU.
En cuanto a Europa, su claro proyecto es desengancharse. Que Europa se defienda por sí misma, mientras EE UU llega a acuerdos comerciales bilaterales con cada país europeo por separado; divide y vencerás. Sería algo así como que Ucrania juegue en Eurasia un papel similar al que Israel ha jugado en Oriente Medio desde su fundación, también como Estado vasallo de EE UU.
Lo cual nos lleva a la paz que Trump quiere para Oriente Medio. Quiere claramente que Netanyahu culmine su aspiración de crear el 'Gran Israel' entre el río Jordán y el mar Mediterráneo, expulsando a los palestinos no solamente de Gaza sino de toda Cisjordania.
Quizás, convertir la franja de Gaza en un territorio administrado por Estados Unidos como Gibraltar lo es por el Reino Unido en el otro extremo del mediterráneo; en cuyo caso podría proponer la compra de Gibraltar, como quiere comprar Groenlandia y Panamá. Si esto les recuerda a la política colonial de la Inglaterra 'reina de los mares' no van muy descaminados.
En cuanto al resto de Oriente Medio el objetivo es descabezar el proyecto nuclear de Irán, quedando Israel como única poseedora del arma atómica en ese área, por las buenas o por las malas. Logrado esto, allá se entiendan la Península arábica, Turquía, Irán e Israel para repartirse el pastel sin crear demasiadas olas. Pero, por supuesto, Yemen no puede controlar el acceso al Mar Rojo ni Irán al Golfo Pérsico.
Llegamos así a su plan de paz para Asia. Hoy en día EE UU garantiza el tráfico marítimo en el cinturón Indo Pacífico, y piensa seguir haciéndolo sine die. Ahora bien, del Estrecho de Malaca para allá los distintos países –Japón, Corea, Vietnam, Indonesia, incluso Australia– deben entenderse con China. A la larga EE UU también se desentenderá de la defensa de dichos territorios, incluido Taiwán.
Asia central –India, Pakistán, Afganistán– es una incógnita más difícil de despejar; sobre todo si consideramos que India y Pakistán son poseedores del arma atómica; algo parecido puede decirse de la América Latina entre el canal de Panamá y el Cabo de Hornos. Se habla mucho de un Sur global donde estarían asociados los antiguos países no alineados, Asia Central y América Latina en lugar preeminente. Hay ahí mucha tela que cortar.
Finalmente África. Un continente que a finales de este siglo estará más poblado que Europa y Estados Unidos juntos, con unas riquezas naturales muy poco explotadas; hoy envilecido por las guerras civiles que se desataron durante el proceso de descolonización, alimentadas por las mayores superpotencias. Es de suponer que en algún momento este continente alcanzará algún tipo de equilibrio, momento en que el resto del mundo habrá de contar con ellos para establecer ese orden mundial multipolar, sobre el que también se especula en todas partes.
Hablando de Trump no huelga recordarlo: no es lo mismo querer que poder. Ahí estamos.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
El Cachorro entrega a Roma la procesión de todos los tiempos
ABC de Sevilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.