La ofensiva del PP, entre el optimismo y la cautela
Los populares transmiten la potencia de su acoso al sanchismo en las calles, en la política y en el inminente congreso, con un debate sobre el modelo ideológico mejor para el cambio de ciclo en el poder
Oportunidad y riesgo. Los dirigentes y militantes informados del PP de Cantabria acogen el congreso nacional convocado por Alberto Núñez Feijóo a primeros de julio ... en Madrid con una mezcla de optimismo y cautela. Debe ser el gran empujón para que el líder conservador materialice el cambio político en España que le está costando más de la cuenta, pero al mismo tiempo enfrenta el peligro de que el guirigay interno distraiga al partido en su ofensiva contra el régimen de Pedro Sánchez, muy tocado pero no hundido todavía. El PP va con todo contra Sánchez: de explotar la incesante sucesión de escándalos, incluido el grotesco 'caso Leire', a la ruina en fondo y forma, con Díaz Ayuso hiperprotagonista de la ya de por sí estéril Conferencia de Presidentes del viernes, nada raro si hoy quiere exhibir en las calles de Madrid la potencia de su asalto al poder.
El congreso de 2022 fue el de la supervivencia del PP, cuando Feijóo llegó a Madrid para poner orden en el partido tras la guerra fratricida entre Casado y Díaz Ayuso, y el efecto benéfico resultó fulminante. El cónclave de julio debe ser el pórtico del cambio de ciclo. El liderazgo de Feijóo no se discute, pero es difícil evaluar si el grado de entusiasmo se mantiene o es más tibio. En las semanas previas al congreso se distinguen dos tendencias. Por un lado están Aznar, Ayuso y sus terminales mediáticas, que proponen un profundo rearme ideológico: los impuestos, la vivienda, la migración, Oriente Medio y la defensa europea, el aborto y la eutanasia, las políticas LGTBi, la unidad territorial… La idea esencial es que el PP no debe conformarse con acabar con Sánchez por el simple desgaste que acumula y así heredar el poder, sino que debe construir todo un proyecto político ilusionante para los españoles.
Feijóo plantea unas pocas ideas sobre el rearme moral, la inmigración, el cambio del reglamento congresual, una amplia reforma legal para impedir la colonización institucional… Además, toma algunas decisiones de alcance, que es dejar la ponencia política del congreso en manos de los presidentes Moreno Bonilla, de Andalucía, y Fernández Mañueco, de Castilla-León, que postulan la moderación y eluden en lo posible los temas vidriosos como la relación con Vox. Tiempo habrá para negociar si es indispensable para desalojar a Sánchez. De Mazón, mejor no hablar. Y para la ponencia sobre Cataluña, el flexible Daniel Sirera en vez del contundente Alejandro Fernández.
De Cantabria acudirán al congreso madrileño 60 representantes, 48 compromisarios electos y los 12 dirigentes que son miembros natos, entre ellos la presidenta Buruaga y la alcaldesa Igual, que adquieren especial protagonismo por su participación en la ponencia estatutaria. En un sondeo informal, una mayoría de cántabros populares dice que están con Feijóo para curarse en salud. Lo que quiere decir que están con Moreno, con Mañueco, con quienes conecta también la propia Buruaga. En definitiva, los que dicen que al PP no le conviene enzarzarse en la discusión ideológica en el segmento de la derecha, sino que tiene que pelear por el centro, incluido el caladero de los votantes socialistas decepcionados con el sanchismo.
Hay una teoría extendida según la cual ese trasvase de la intención de voto del PSOE al PP ya ha comenzado, pero necesita tiempo, así que al partido de Feijóo no le convienen las elecciones anticipadas que reclaman todos los días, también en la cumbre de presidentes, sino llegar al final de la legislatura con Sánchez ya acabado. El presidente rechaza los comicios antes de 2027, Page y los demás críticos le exigen transparencia y le aconsejan las urnas.
El congreso tiene la encomienda de confirmar a Feijóo como líder de un PP imparable. Hasta ahora, parece más dotado para ejercer el poder, como ha demostrado tantos años en Galicia, que el acoso al Gobierno. La imagen de la cúpula del PP con una docena de presidentes autonómicos y el líder de todos ellos como simple jefe de la oposición chirría bastante. Y no faltan quienes miran al futuro con Díaz Ayuso o con Moreno Bonilla, ambos leales con el líder, aunque con legítimas ambiciones de futuro. En la cúpula del PP también chirrían muchos de los directos colaboradores del presidente, desgastados por el tiempo o por los frecuentes errores en la acción política y en la comunicación.
En el PP de Cantabria no hay ansiedad congresual. El Gobierno en minoría que preside Buruaga sale bastante airoso de la primera mitad de la legislatura con un manejo eficaz de la geometría variable para pactar los asuntos importantes con el PRC de la transición, como socio preferente, o con Vox cuando las cosas se complican.
Con los desajustes de rigor entre Gobierno y partido, con algunas expectativas personales defraudadas, el PP afrontará cuando toque su congreso regional con un tono optimista que seguramente otorgará al liderazgo de Buruaga un apoyo semejante al de octubre de 2022, que llegó al 97,5% de los votos. El empujón anímico que ayuda a acercarse cuanto sea posible a la mayoría absoluta en los comicios de la primavera de 2027.
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