Tufo electoral, con PSOE y PP lejos de sus mejores momentos
El sanchismo no sale a flote ni de lejos, pero alivia su situación crítica, mientras el PP no termina de armar el discurso y la estrategia para frenar la pujanza de Vox que perciben todos los sondeos
El tufo electoral impregna la política nacional desde hace muchos meses, desde que la sucesión de escándalos de corrupción estalló en el entorno de Pedro ... Sánchez, pero ahora se expande a las autonomías, mayoritariamente en manos del PP. Los dos grandes partidos se marcan mutuamente a ver si alguno se atreve a mover pieza en el calendario electoral, pero lo cierto es que ambos están lejos de sus mejores momentos para llamar a las urnas.
En la situación de Pedro Sánchez, con su esposa y su hermano procesados, como su fiscal general, con un secretario de organización del PSOE en la cárcel y otro a punto de caramelo, sin aliados estables para garantizar los Presupuestos y otras leyes, los sondeos tendrían que conceder al PP de Feijóo una mayoría muy holgada como la que logró Rajoy en 2011 frente al desgastado PSOE que Zapatero dejó a Rubalcaba. Pero aquel 'tsunami' no se percibe ahora.
Es verdad que, salvo los pronósticos extravagantes que salen de la corte socialista, el CIS de Tezanos y el laboratorio del que fuera 'gurú' de Sánchez, Iván Redondo, que dan ganador al PSOE en unas generales, todas las encuestas más o menos independientes auguran la victoria del PP, aunque sin tirar cohetes, porque la ofensiva de Vox es muy preocupante para el gran partido conservador. Feijóo obtendría desde los 150 escaños que le otorgan los amigos de 'La Razón' y de ahí hacia abajo hasta llegar a 'El País', que aventura casi un empate técnico con el PSOE, así que el sanchismo respira un poco con lo que le sostienen algunos buenos indicadores económicos, con la búsqueda de protagonismo de su líder en el conflicto de Gaza –con el que, naturalmente, persigue un beneficio doméstico–, y con el voto útil que pillaría por su izquierda.
De momento, Sánchez ya se anuncia para repetir como candidato, seguramente antes del 2027, porque además la convocatoria electoral detendría la instrucción de los casos de corrupción que le conciernen. Por lo demás, el argumento del 'lawfare', la supuesta persecución judicial por parte de jueces, medios y otras fuerzas oscuras, van perdiendo impulso a medida que se conocen más datos de las investigaciones sobre los implicados y del papel del propio PSOE en las tramas corruptas.
Lo que resulta decepcionante para el PP es que con este panorama que se presume favorable para sus intereses políticos y apenas tres meses después del congreso organizado a mayor gloria del líder, los sondeos le dan peor que entonces y en algún caso peor que cuando las generales de 2023. Tellado manda más que nunca, pero el partido no funciona mejor ni Feijóo crece como jefe de la oposición a la carga contra el enemigo. El discurso popular, que ha tenido que ser reformulado en la reciente cumbre de Murcia, aún se ve disperso y deslucido cuando pugna con el de Vox en temas como la inmigración y hasta el aborto, un asunto con el que se ha enredado el alcalde madrileño Almeida cuando se suponía que el PP lo tenía superado hace al menos dos décadas.
En este clima de desconcierto, el PP ha aireado la posibilidad de adelantar elecciones. Primero, que si Castilla y León y Andalucía, que ya les toca el año próximo, aunque enseguida Moreno Bonilla, el más potente de los líderes implicados, dijo que él no modificaría sus planes para alentar las maniobras de Génova que está visto que no comparte. Después, que si Extremadura, Aragón y Baleares para armar un 'superdomingo' en marzo, adelante o no Sánchez las generales.
El PP amenaza a Vox con las urnas si no apoyan los presupuestos donde hace falta y el partido de Abascal, que se sabe pujante, que le ha birlado un millón de votos a Feijóo en los últimos tiempos según coinciden los sondeos, replica con chulería: 'Mira como tiemblo'. Así que la cúpula popular parece que recula y espera a enero para ver cómo evolucionan las encuestas a partir de entonces y actuar en consecuencia. La visión optimista es: 'Llegado el momento, el electorado vota más al partido consolidado, no al advenedizo'. Eso está por ver.
También en Cantabria hubo momentos al principio de la legislatura en que el PP de Buruaga insinuó suavemente que el 'botón nuclear' de las elecciones anticipadas estaba disponible para una emergencia. Nadie quería eso, pero si PRC, PSOE y VOX se embarcaban en una maniobra conjunta contra el Ejecutivo del PP todo podría pasar, venían a decir en Puertochico y en el Parlamento. Ahora ya va quedando menos para los ineludibles comicios de mayo de 2027 y seguramente no será necesario plantearse decisiones tan drásticas.
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