Los viejos socios, PRC y PSOE, a pelear por los mismos votos
La mayoría se vislumbra lejana para los dos partidos que han gobernado juntos durante 16 años ante la firmeza de las formaciones de la derecha, PP y Vox, así que el objetivo realista es un resultado digno
El PRC y el PSOE disfrutaron de una coalición provechosa que duró 16 años, desde que en 2003 los socialistas de Zapatero y Gorostiaga ofrecieron ... la presidencia de Cantabria a Revilla, hasta las últimas elecciones de 2023, con el paréntesis de la mayoría absoluta del PP de Ignacio Diego en la legislatura 2011-2015. Harto de no tocar poder, el PSOE pasó a manejar el 80% del Presupuesto de Cantabria, con la sanidad, la educación y los servicios sociales, y a cambio fue resignando muchos votos a beneficio del PRC del presidente Revilla. El invento saltó por los aires en los últimos comicios cuando los dos viejos socios, igualados en torno a los 67.000 votos y ocho escaños cada uno, no sumaron la mayoría necesaria. En los próximos, dentro de 19 meses, van a tener que pelear a cara de perro por los mismos votos, porque hacia la derecha tienen muy poco que rascar con el PP firme y un Vox pujante que capta el voto más joven, así que el tándem socio-regionalista tiene muy remotas posibilidades de volver a gobernar.
De este poco ilusionante panorama seguro que son conscientes quienes intentan consolidar su liderazgo en los históricos aliados. En el PSOE, Pedro Casares todavía no ha dicho que está decidido a ser el candidato autonómico, pero está exprimiendo con gran dedicación y eficacia la visibilidad que le da el cargo de delegado del Gobierno. El PP dice que Casares ha pasado de estar desaparecido en Cantabria hasta hace poco a convertir la Delegación del Gobierno en un santuario del PSOE. Lo cierto es que ha hecho muy permeable el límite entre las funciones institucionales, como ponderar la gestión del Gobierno Sánchez en Cantabria o ser el responsable de la Policía y la Guardia Civil, y la acción política con militantes y adversarios, con sindicatos y organizaciones de todo tipo a los que pide intervenir dos minutos en los actos relevantes y hasta en los de medio pelo. El principal dolor de cabeza se lo proporciona Agustín Molleda, su secretario de organización, que entre la ofensa extemporánea a Pablo Zuloaga por su relación con Santos Cerdán y sus chanchullos indecorosos en el Ayuntamiento de Cartes, le crea al partido y a su líder más problemas de los que resuelve.
Casares y el PSOE cántabro acarician el derrumbe regionalista, ya muy notorio en las urnas de 2023 y quizá demoledor en las de 2027. Entonces se tratará de confirmar si la pérdida del PRC beneficia al PSOE en dos votos de cada tres, que es el cálculo que se hacía cuando los regionalistas no participaban en las elecciones generales. Es posible que el trasvase de votos desde el PRC sea hoy algo más favorable al PP. En el discurso socialista, de Casares o de la portavoz, Ainoa Quiñones, la referencia principal al PRC ya no es la del compañero de los gobiernos progresistas sino el del partido subordinado al PP que le aprueba los presupuestos un año tras otro.
Para crecer como primer partido de la oposición el PSOE se impone el objetivo de mantener fuera de juego a las formaciones situadas a su izquierda: Sumar, Podemos, IU…, que no están en el Parlamento desde 2019 y no tienen perspectivas de volver.
En el PRC tratan de encontrar cuál es su lugar en la política cántabra, ahora que ya ha empezado la carrera hacia las urnas de 2027. Tan difícil es acertar que la consultora que le asesoraba sobre el futuro ha dejado al cliente en la estacada, seguramente para evitar el daño reputacional que le supondría un eventual fiasco en las urnas. En algunos sondeos y en el pálpito de los observadores se ve factible que el regionalismo quede por detrás de Vox en el escalafón electoral.
Todo son dudas y opiniones encontradas en las filas del PRC: si ha llegado el momento de romper la alianza presupuestaria con el PP, como quiere el aparato o si conviene mantener la relación con el Gobierno Buruaga como prefieren los alcaldes más importantes. Si Paula Fernández, que ganó las primarias para ser candidata autonómica con gran autoridad, será capaz de consolidar su liderazgo en entredicho. Si Revilla pasará de una vez a un segundo plano o recuperará poder interno para eludir el fracaso. Si el regionalismo intentará pescar en el caladero de la izquierda, en competencia con el PSOE, o arremeterá contra el sanchismo al que toleró sin rebelarse la protección integral del lobo o el olvido de las infraestructuras.
Para completar un escenario preocupante, el regionalismo mira con recelo al bullicioso Cantabristas, lejos todavía de la representación parlamentaria con un 1,70% de los votos y 5.500 papeletas, pero pueden hacer bailar algún escaño. Para el PSOE y el PRC ya no se trata de lograr una mayoría gubernamental en 2027, sino que alguno de los dos pueda obtener un resultado digno. Las ilusiones, bajo mínimos.
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