'Pocomucho'
Todos planean tratar 250 pacientes al año con la protonterapia, pero si no explota la epidemia de cáncer, alguno se da un planchazo
Nuestro Juan Ramón, con su peculiar ortografía, escribía en 1918: «Intelijencia, dame el nombre exacto de las cosas». Reclamaba vocablos sin vaguedad ni ambivalencia, y ... similar afán late en José Ángel Valente (1955): «Cruzo un desierto y su secreta desolación sin nombre». Concuerdo: un lenguaje impreciso, que renuncie a la palabra justa para acotar el concepto justo, solo alimenta parrafadas del idioma degenerado que Amando de Miguel llamaba 'politiqués'. Bob Dylan, extraño Nobel de Literatura, escribe/canta: 'Dios dio nombre a todos los animales, en el Principio'. Y sucede que basta nombrar las cosas para que se revelen en plenitud. (Se me hacía odioso un hierbajo nefasto, invasor y tenaz –su raíz como una zanahoria de acero–, pero le cogí cariño al saber que es la malva de Castilla, la Malva parviflora, y es que la malva tiene resonancias medicinales y simbólicas que solo resuenan al ponerle nombre.)
La red social (película de David Fincher, 2010) ilustra lo crucial de un nombre bien elegido. Un asesor casual sugiere al geniecillo Zuckerberg que prescinda del artículo The y deje solo el sustantivo Facebook. «Más limpio» –le dice, con pleno acierto, pues basta una palabra nítida para centrar y aguzar el pensamiento. Sin embargo, palabras como dinero o euro exigen aparejarse con 'fríos' números: tantos millones para tantas personas. Lo demás es cuento.
Andan los docentes soliviantados porque no se atiende su reivindicación salarial. Reclaman otros 325 euros al mes y Educación no pasa de 180, repartidos en 5 años, porque eso tendría un impacto presupuestario de 35 millones al año. ¿Es poco o es mucho? Es pocomucho, según se mire, pues la cosa afecta a más de 8.000 docentes y de 80.000 alumnos (el mismísimo centro del eje vertebrador del porvenir, el esplendoroso corazón de un sistema democrático y sostenible, etc, dicho en 'politiqués'). Cifras del pelo se barajan para la protonterapia. Construir la máquina y su búnker se llevará 45 millones de euros–por no hablar de los 4 millones que costará, según dicen, mantenerla cada año–, y veamos si es 'pocomucho'.
¿Cuántos enfermos se beneficiarán? En aproximadamente 5 años, las dos máquinas ya operativas en Madrid han tratado 1.650 pacientes, es decir unos 330 pacientes por año. Resulta que hay otras 11 máquinas en proyecto (la de Cantabria, financiada a puro huevo, y otras 10 copagadas por Zara). ¿Cuántas estarán operativas en 2027? Pongamos que se añadan tres a las preexistentes, tal vez las de Santiago, Santander y San Sebastián; pues bien, salvo que se produzca una epidemia de cánceres necesitados de protonterapia, seguirá habiendo 330 pacientes a repartir entre cinco máquinas. Suficiente. ¿Para qué las ocho restantes, entonces, si la cordura no las aborta?
Por pura demografía, Cantabria aportará no más de 20 pacientes a la comitiva de 330 que se traten cada año. Lógicamente, esos 20 no saldrán de Valdecilla, mas ¿cuántos vendrán, de los demás? Eche un vistazo a los censos de Galicia, Madrid y el País Vasco y pregúntese a dónde acudirán los andaluces, los aragoneses o los valencianos. ¿Vendrán a Cantabria desde Sevilla o desde Murcia, antes que ir a Madrid? ¿En el AVE van a venir? Si son franceses, ¿vendrán a Santander, pasando Donosti de largo?
Al creyente en que Cantabria va por delante, porque ya tiene la máquina construida, lamento decirle que el Departamento de Comunicación de Siemens Healthineers, preguntado concretamente por ese triunfo empresarial, ni me lo confirma ni me envía fotos del aparato, supuestamente embalado en espera de traslado. El mismo creyente, ufano de que Valdecilla ya esté excavando su bunker, debería ver el socavón de Donosti y las grúas vertiendo hormigón en Compostela. Y resulta que todos planean tratar 250 pacientes al año, pero la cruda verdad es que, si no explota la ya mencionada epidemia de cáncer, alguno se da un planchazo morrocotudo.
Por tecnicismos que ahorro al lector, la protonterapia se destina especialmente a cánceres pediátricos (que todas las comunidades pequeñas, incluida Cantabria, derivan a unidades específicas), pero el propagandista de la protonterapia le augura un gran éxito también contra cánceres del adulto. Veamos qué sucedió con 450 cánceres de próstata, tratados en las inmediaciones de Washington, la mitad con radioterapia convencional y la mitad con protonterapia (Dr. Efstathiou y colegas, 2024). ¿Se curaron más los segundos, tuvieron mejor calidad de vida, hubo en ellos menos efectos secundarios, como diarrea? No. Niet. Nada.
Al contribuyente nunca se le pregunta gran cosa. Se firma el presupuesto –a veces ni eso– y al pagano solo le queda el berrinche, pero si por azar le preguntan si la millonada de la protonterapia es 'pocomucho', sepa que es 'todonada'. ¡Que ya tengo la máquina hecha! Pues se la vendes a otro incauto. ¡Que ya está el agujero! Pues le metes una piscina de rehabilitación. ¡Y en qué otra cosa lo gasto! Pues en tus docentes, que son la luz del mañana, pero huye a tiempo del 'todonada'.
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