Generosidad espontánea y voluntariado
Como ha sucedido en otras regiones, en Cantabria se han dado pasos fundamentales para la regulación del voluntariado
Ante la desconfianza al desconocido; frente al individualismo egoísta y el «pesimismo antropológico» se encuentran los gestos cotidianos de personas solidarias y empáticas. Sí, muchas ... personas, todos los días, tienen comportamientos espontáneos de ayuda al prójimo. Esta buena gente no presume de generosidad, no mira a los otros con superioridad moral, simplemente se preocupa por los que tiene próximos y, de forma natural, presta su ayuda. Permítanme algunos ejemplos.
Una persona tiene una grave enfermedad. Cuando la situación se ha conocido, muchos vecinos ofrecen su ayuda a la familia: «Para lo que necesitéis; a cualquier hora; por la mañana o por la noche». Y otros se interesan por la evolución del enfermo y por el estado de ánimo de su mujer: «¿Cómo estáis? ¿Necesitáis algo?».
En el autobús, un pasajero se levanta y ayuda a subir a una anciana; otro le recoge su equipaje. Un gesto semejante se observa en el supermercado. Una trabajadora del hospital va a donar sangre en los minutos que dispone para el descanso de media mañana.
Sí, seguro que todos ustedes conocen situaciones semejantes de solidaridad; y, también, muchos dirán que habitualmente ayudan a un familiar, a un amigo o a la persona mayor que vive en el piso de arriba.
Pues bien, estos comportamientos cotidianos –que van mucho más allá de la buena educación–, son importantes: contribuyen a la cohesión social. Las personas que ayudan a los otros, las que hacen más fácil la vida de los que se encuentran en el camino, proporcionan algo que no se compra en el centro comercial y que es fundamental: calor humano. La ayuda mutua, la solidaridad con el desconocido, son el cemento de una comunidad. Lo anterior se puede analizar desde el ámbito de la filosofía y, claro, se puede hacer una lectura religiosa; pero, además, se trata de comportamientos y actitudes que se deben enseñar en la familia y en la escuela, y deben fomentarse en las relaciones cotidianas (en el movimiento juvenil Scout se transmite a sus miembros que deben hacer la 'Buena Acción'). Sencillos gestos como los citados cumplen otra función: educan a la población, sirven de ejemplo, y proponen la cultura de la gratuidad frente a la lógica del mercado.
Junto a la ayuda espontánea, hay que desarrollar la solidaridad organizada: el voluntariado. Joaquín García Roca, en 'Solidaridad y voluntariado', dice: «La construcción de la dignidad humana es inconcebible sin la pléyade inmensa de iniciativas solidarias que pueblan los caminos de la humanidad». Efectivamente, se pueden citar muchas y diversas acciones que contribuyen a construir unas sociedades más integradas, menos desiguales, con mayores niveles de equidad. Como es sabido, Las organizaciones de voluntariado son plurales tienen diversos objetivos y agrupan a personas con perfiles variados: hay voluntarios que se ocupan del medioambiente o de promover actividades culturales y deportivas; otros trabajan por el desarrollo de un barrio; hay personas que luchan por los derechos de las mujeres, por mejorar la situación de los inmigrantes o por ayudar a los mayores… El listado de organizaciones y ámbitos de actuación es muy amplio: la Cruz Roja, Cáritas y el Banco de Alimentos, entre otras muchas, son conocidas por todos.
Es importante subrayar que las organizaciones de voluntariado deben pretender la eficiencia. Es decir, toda intervención social tiene que basarse en una planificación y una programación, y tiene que determinar: necesidades, objetivos, alternativas, actividades, recursos humanos (profesionales y voluntarios), sistemas de evaluación. Y, además de diseñar programas de actuación, debe difundir su labor y sus logros. Y es fundamental que animen a que otras personas se incorporen al proyecto: mucha gente quiere ayudar, pero no sabe cómo; por tanto, las organizaciones deben acercarse a los potenciales voluntarios e invitarles a participar en sus proyectos.
Por otra parte, las entidades de voluntariado deben «educar» a la sociedad denunciando injusticias y destacando necesidades.
Como ha sucedido en otras regiones, en Cantabria se han dado pasos fundamentales para la regulación del voluntariado; así, el pasado mes de septiembre el Parlamento aprobó el Proyecto de Ley del Voluntariado de Cantabria. Por supuesto, la declaración de principios y la regulación son fundamentales, pero hay que pasar del papel a la concienciación, el diseño de proyectos y la intervención.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión