Raíces y vínculos familiares
La sociedad postmoderna ha trastocado muchas de las antiguas señas de identidad y los vínculos sociales se han transformado
Transmitir de padres a hijos la historia de sus mayores es un rito común de todas las culturas. Es lógico, el origen nos explica; nuestro ... pasado permite comprender nuestro presente. Sin esa referencia la persona y el grupo son ininteligibles.
En un viejo álbum de fotos veo la imagen de unos abuelos que no conocí; y en otra, con ocasión de una boda, aparecen felices todos los miembros de la 'tribu'. Esas fotografías me dicen que pertenezco a esta familia, que llevo su sangre, y que mi trayectoria está influida por sus vidas. Esas fotos me dicen: «No estás solo»; y también: «Tienes un vínculo indestructible», «Tú eres nosotros».
Me encuentro con unos primos que hacía años que no veía. Enseguida dejamos a un lado el asunto que nos ha convocado y empezamos a hablar de la familia, y de forma inmediata se produce un ambiente de simpatía mutua. Concluimos con deseos de volver a encontrarnos y de saber más de los parientes. Un miembro de mi familia ha hecho un estudio magnífico sobre nuestra historia. He conocido que mis antepasados se asentaron en Trasmiera; y que algunos emigraron a México, y que otros se fueron a Canarias y a Madrid. He aprendido que entre mis parientes ha habido artesanos, maestros, religiosos, farmacéuticos, y que otros constituyen una referencia en el mundo de la fotografía. Y también he conocido que, por otra rama de la familia, estoy vinculado a Reinosa, y que un pariente tuvo una imprenta, y que otro estuvo en la Guerra de Marruecos, y que mis abuelos y mis tíos fueron unos magníficos confiteros. Y sé que cuando unos miembros de la familia pasaron por dificultades fueron ayudados por sus parientes: sí, «todos como una piña».
En la actualidad, las formas familiares son muy diversas; en muchas ocasiones los vínculos entre sus miembros son escasos
Apoyándome en esos documentos, en lo que me transmitieron mis mayores y en las conversaciones con mis hermanos, tengo información sobre mis bisabuelos, mis tíos… tengo alguna referencia de en qué trabajaron y a qué escuelas fueron y cómo vivieron la Guerra Civil, y…
Este conocimiento me ayuda a tener una identidad, me reconforta, hace que esté menos perdido. Por otra parte, concluyo:
1. Que las raíces son importantes.
2. Que necesito saber más.
3. Que es un error no fortalecer los vínculos familiares.
4. Que debo transmitir ese interés por conocer las historias familiares.
A algunos grupos de mis alumnos les señalo, entre otros trabajos, que hablen con sus abuelos y que les pregunten por cómo fue su infancia, su casa, las relaciones con sus padres, sus juegos, su escuela, su trabajo…
Pues bien, la mayor parte confiesa que les ha encantado hablar con sus mayores y, además, que no tenían información de esos asuntos.
Los humanos para hacer frente a la radical soledad, y para sobrevivir, nos vincularnos a otros; pues bien, la familia, entre otras funciones, responde a esa necesidad. En la progresiva relación con los otros vamos adquiriendo conciencia de que somos singulares: que tenemos una personalidad, un género, una edad, una profesión, y que nuestros apellidos comunican cuál es nuestra familia (efectivamente, en los pueblos, en la sociedad tradicional, siempre se ha preguntado: «¿Y tú de quién eres?»).
La sociedad postmoderna ha trastocado muchas de las antiguas señas de identidad y los vínculos sociales se han transformado. La gran movilidad geográfica y social, el rapidísimo cambio cultural y la globalización han producido una importante mutación.
En la actualidad, las formas familiares son muy diversas; en muchas ocasiones los vínculos entre sus miembros son escasos.
Por otra parte, muchas personas se han desvinculado de la institución religiosa y también se alejan de la política, y otros carecen de un sentimiento nacional-regional; además, el sincretismo cultural difumina tradiciones, referencias y costumbres.
La consecuencia de este complejo y rápido proceso de transformación social es que, en no pocos casos, el individuo se encuentra desubicado, sin referencias, desarraigado; ha perdido el hogar.
Ante ese panorama, ¿no es importante prestar atención a las raíces y a los vínculos familiares?, ¿no son muy valiosos los reencuentros familiares que se producen en las vacaciones de verano?
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