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Personales vueltas al sol

Existen tantas formas de decir 'estoy vivo' como de mirar al mundo

Sábado, 18 de octubre 2025, 07:24

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Quizás esa íntima celebración de cada vuelta que da el planeta al sol, desde que uno viene al mundo, no sea una medida del tiempo ... sino un género literario. En buena parte del planeta y desde hace algunos años, la festejamos con velas y tartas, con tarjetas de felicitación y brindis. Pero no siempre fue así: hubo un mundo egipcio en el que el primer cumpleaños no se celebraba al nacer, sino al coronarse un Emperador. Es decir, uno nacía tantas veces como Emperadores se coronaban a lo largo de su vida. Durante siglos, la Iglesia cristiana consideró la celebración de los cumpleaños una práctica pagana y conmemoró, en su lugar, el dies natalis (la muerte) de santos y mártires, como si el auténtico alumbramiento ocurriera precisamente al final, cuando por fin uno lograba saber quién había sido. Los griegos, por su parte, hacían un pastel redondo como la luna y lo llevaban al altar de Artemisa donde le clavaban velas que nadie soplaba, pues debían consumirse solas en justo símbolo de cómo transcurre la vida: cuanto más tardaban en arder, mejor pronóstico. Imagino a los invitados a aquellas celebraciones de aniversario mirando el fuego, en silencio, esperando interpretar el augurio de la longevidad, deseando que la llama hiciera su trabajo sin apresurarse. Pero la vida moderna nos ha vuelto impacientes y hoy pedimos deseos (en secreto o a pulmón lleno) mientras apagamos las velas de un solo soplo. Hay belleza en las dos escenas: la de la espera y la del ímpetu.

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