La boca llena de hormigas
Vivimos en esos límites en que lo real se aproxima a lo asombroso y todo lo demás es ficticio, es impostado. O es una realidad exasperada que de poco sirve
Está este mundo real tan exasperado que solo la pintura de Antonio López en su realidad es verdadero. Son esos límites en que lo real ... se aproxima a lo asombroso y todo lo demás es ficticio, es impostado. O es una realidad exasperada que de poco sirve. O crispada, que tampoco.
Últimamente se desconoce el respeto, se opina para tumbar al adversario, se hace con verbo despiadado y todo vale: inexactitud, contradicción, ofensa, sarcasmo, mentira... Me sentía como «con la boca llena de hormigas», repasando estas cosas y recordando aquella película cubana del mismo título de hace unos años, tristona y complicada, que fui a ver por ayudar un poco y me resultó interesante y dura tal y como es el espíritu que se vive en la isla, en ese eterno circo comunista para el que no se venden entradas, solo desilusión. Desde luego no era de esas pelis en las que su interés apaga el ruido de las palomitas.
Vamos, estaba yo con la boca pastosa y las ideas yendo de un lado a otro, como sucedía en la cinta, mientras me encontraba precisamente presenciando El Hormiguero en la tv, ese programa-isla de los pocos que se pueden ver en directo con cierto sosiego y profesionalidad.
Y apareció Arturo Pérez Reverte (APR) negando ideas en nuestros políticos. «Tan sólo Abascal y tan solo un par de ideas toscas y elementales», decía el escritor de éxito con cierta chulería y mucha verdad en sus opiniones y un interés que él explota convenientemente a través de una sonrisita socarrona que a estas alturas ya no evita. Son las ventajas de no tener que vender libros para asegurar el cocido.
Por lo tanto, mientras pensaba cosas al hilo de los razonamientos punzantes y ágiles de APR me obligué a tomar una botellita de agua para empezar tal y como marcan las normas de la Comisión Europea del tapóncontranariz, lo que le da cierta emoción al sorbito.
Pues bien, despejada la boca y aclaradas un poco las ideas me propuse presenciar la entrevista ya con la atención debida, porque la inteligencia, como el arte, suelen estar en sitio no tan próximo y hay que buscarlo allí donde uno lo sospecha. Luego pueden llegar, la imaginación, la provocación, la innovación o el aliento creador. En este caso eran las palabras de un académico inteligente y culto que con humor describió al tonto- malo de la política y practicó los gorgoritos de Yolanda Díaz.
Pero, a pesar de las gracietas, esta vez me desilusionó en su montaña de frustraciones visibles que me atrevo a analizar desde la enorme curiosidad que había ante su presencia. Dejando al margen que, además presentaba un libro que casi ni recuerdo.
A él tampoco parecía interesarle mucho. Lo mismo con este libro ha hecho como hacía Valle-Inclán con 'Romance de Lobos', que pone punto y final a la trilogía de 'Comedias Bárbaras' en las que aborda el declive de una clase campesina y feudal en Galicia. Sin embargo, el orden que el autor siguió para escribirlas no equivale al orden narrativo. Valle publicó en 1907 'Águila de Blasón' y 'Romance de Lobos' y en 1922 terminó 'Cara de Plata', que es la que abre la trilogía.
Todavía no leí este último de Capitán Alatriste y desconozco si lo haré de inmediato con lo que tengo acumulado, pero pienso que APR manejó en la escritura de su nuevo libro sin mucho entusiasmo, algo parecido.
La primera frustración que pude observar, porque se destilaba en el ambiente, es que decididamente Feijóo le cae bien… y le fastidia en el fondo con esa bis de intelectual que casi siempre se quiere escorar al mismo lado y le molesta cuando la sensatez le dice otra cosa. Y además cree que lo hará bien cuando gobierne, que ya es decir.
Mientras tanto, esa figura pícara que era atractiva para él, del presidente Sánchez, ha dejado decididamente de interesarle.
APR casi me convenció en algunas cosas porque tiene cierto atractivo con la palabra en su poder. Además, los que nos movemos en cercanía de su edad hacemos fácil la traducción simultánea porque le entendemos con mayor facilidad desde la experiencia. Sin olvidar, desde luego, que es un embaucador que no tiene las ideas tan claras sobre Europa o sobre el mundo… ni tan siquiera sobre España.
Aunque eso sí, es un patriota y hace ejercicio de ello, lo que no deja de ser una de sus mejores cualidades. Parece un gran analista y triunfador sin serlo del todo, entre otras cosas, porque el tiempo se le acaba –como a todos– y le cuesta admitirlo. Pero mira que es listo el condenado.
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