Reflexiones con sonrisa a media asta
Se me dibujaba una sonrisa a media asta mientras reflexionaba. Una sonrisita incompleta y socarrona, ¿maliciosa?, como esas que nos ofrecen Arturo Pérez Reverte, o ... Julio Iglesias, cuando quieren agradar y agradan o incluso Félix Bolaños cuando quiere agradar y desagrada. Una mueca intencionada ante las cosas que escucho a mi alrededor sobre la vida de las personas.
Desconozco la razón, pero ahora mucha gente ha optado por hacerlo todo público, sus cosas, su vida, sus confidencias o sus conversaciones en un manos libres permanente que nos obliga o esa sonrisita de disimulo con cara de circunstancias. No sé por qué pero se ha perdido completamente el pudor.
Es curioso que eso suceda cuando se ha ido dejando la afición a conversar de nuestras cosas con los amigos o con la familia. Los dichosos dispositivos han acabado hasta con las discusiones sobre fútbol de los lunes. O sobre toros, ¡ah! los toros baqueteados con la política.
Pero tampoco se habla demasiado de política, por saturación y porque no existen grandes novedades: quizá nuevos insultos en nuestro Parlamento, la casa de todos, donde se han colado un montón de antipatriotas y gente que jamás ha dado un palo al agua. Y seguimos en las mismas, las peores ministras, las de Igualdad. Esta última se creía manejando pulseras de Tous mientras se jugaba la vida de muchas mujeres ultrajadas. Y las de Educación y Sanidad que no se han enterado que está todo transferido.
Inmerso estaba en esas reflexiones, cuando, una vez más, machacaban mi oído nuevos consejos sobre la ciencia culinaria en la radio ¡hasta en la radio! y ya no lo pude soportar. Ni soporto más el ¡uuum que rico! al probar los platos.
Por cierto, ¿no podría ser suficiente que una vez a la semana se leyera el magnífico suplemento 'Cantabria en La Mesa' que lo cuenta todo bien y no volver a tocar el tema en siete días?
Y siguiendo el orden, también los perros invaden nuestras calles. En los albores del día, todavía con luz de probador, cientos de dueños de estos animalitos tan simpáticos y ladradores son llevados disimulando y con cierta vergüenza para que hagan sus necesidades en la calle, muchas veces delante del portal de uno. Conociendo que lo sólido se recoge con bolsitas pero lo líquido es depositado contra pared en ríos interminables no parece muy salubre. En mi opinión se podría emitir un bando: «los perritos harán sus necesidades frente al portal propio». Creemos que así existirían menos perros e incluso a lo mejor nacerían más niños. Es una reflexión también malévola claro, que está perfilando en mi cara como ustedes ya sospechan, una leve sonrisita a media asta.
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