Saudade y renacimiento
Ayer se publicaron en España las memorias de Juan Carlos I bajo el título 'Reconciliación'
Saudade –nostalgia–, es el término que puede definir mejor el estado de ánimo de Juan Carlos I. La palabra gallega lo explica a la perfección ... dado que es a Galicia hacia donde dirige sus viajes para respirar España de vez en cuando, utilizando la disculpa, siempre a mano, de la mar, su gran pasión.
Ahora, a sus 87 años, se encuentra en pleno rexurdimento (renacimiento) a través de la escritura de sus memorias. Rexurdimento, porque así se llamó al movimiento de escritores gallegos que en el último tercio del siglo XIX, encabezados por Rosalía de Castro, la excelsa poetisa del Romanticismo y desde su obra cumbre 'Cantares Gallegos' (1863), penetró en la huella que deja en el sentimiento la nostalgia del exilio.
Fue como un canto desesperado y desgarrador de la emigración que tan bien se conocía en Galicia y que con tanta fuerza padece hoy injustamente el rey Juan Carlos: «Adiós ríos, adiós fontes, adiós regatos pequenos, adiós vista dos meus ollos, non sei cando nos veremos», cantaba como grito a su pueblo desde el pueblo y marchando al exilio. El monarca buscó el mismo objetivo, pero desde luego, sin conseguirlo.
«Me estoy haciendo viejo». Me dijo un amigo que es frase socorrida queriendo engañarse cuando se trata de algo ya fabricado previamente por la naturaleza y se quiere una respuesta amable. «¡Qué va hombre!, todos olvidamos las cosas!, que es la contestación cariñosa habitual y engañosa de quien te quiere.
Sé que ha habido una persona de confianza de nuestro rey emérito a la que le ha consultado –«Voy a escribir mis memorias»– y ha tenido la correspondiente respuesta (inapropiada) deseada de un amigo: «Qué buena idea señor, así los españoles conocerán mejor sus esfuerzos». Eso le llevó a cometer un gran error desde su 'soledad no deseada', que le dirigió atropelladamente hacia los sentimientos, para dejarnos unas memorias tan combativas y sinceras –que he podido leer hace días– como inoportunas; memorias que solo deberían de vivir alojadas en su cerebro y por los siglos de los siglos. Así no se sembrarían controversias y animadversión en personas de su entorno que, por otro lado, ya conocerían su opinión sin tener que comprobarlo en letra impresa. Probablemente sea cierto que un rey nunca debe de escribir su biografía y anecdotario, que queda siempre para los libros de historia.
Se equivocó el rey Juan Carlos. No debiera de dar alimento al antimonárquico ni al separatista, encantados de comprobar división en la familia real, como ya sucedió en el 'caso Urdangarin'.
Pues bien, hemos comprobado que falló: en la ausencia de compromiso en su matrimonio, en sus amantes, en el trato con sus yernos y su nuera, en hacer barbacoas indignas, en pedir perdón bajo expresión lastimera y forzada, en su no declaración de algunos ingresos que luego reparó, en marcharse de España más o menos ayudado… y probablemente en escribir sus memorias. ¿Y qué?, si es su vida privada.
Al cumplirse los 50 años de su acceso al trono se vivió en la efeméride una situación kafkiana. Franz Kafka. 'La Metamorfosis'. 1915): «Se organizarán las cosas al contrario de lo que dicte la razón».
Juan Carlos I debería haber estado en las Cortes en sitial preferente… y a lo mejor no tenía que haber estado esta vez en la comida familiar por abundantes razones. Justo al revés me lo demandas Sancho…
¿Qué nos importa entonces su vida privada si fue impecable su servicio a España y fue patriota y heroico el 23F, e inteligente en sus renuncias y generoso en el esfuerzo y en la elección de las personas hasta lograr la Transición? ¿Es que no pueden comprender los que ahora le insultan que pueden hacerlo gracias a las cotas de libertad que concedió? ¿Es que no saben que le dieron un poder absolutista y lo entregó tal cual al pueblo? Pues deberían de saberlo, principalmente algunos miembros del Gobierno, porque el resumen es que: renunció al poder absoluto, construyó una monarquía parlamentaria, lideró la Transición, evitó un golpe de Estado, fraguó los mejores años de nuestra historia y concedió a España una envidiable imagen exterior que no tenía.
Por último, solo un par de cosas señor: no escriba más sobre sí mismo que ya lo dirá la historia. Ni haga más vídeos majestad. Regrese cuanto antes que queremos verle por aquí y los españoles, casi todos, le estamos esperando. No se preocupe, la Corona está en buenas manos.
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