La fiesta del libro

La presencia de autores nacionales y locales contribuye a la visita de los lectores y añade a la adquisición del libro un componente sentimental con su firma. Gran esfuerzo el de las librerías con su presencia, especialmente las pequeñas, que deben atender en su local habitual y en la feria. Son el cuarto eslabón en la cadena que se inicia con el autor del libro, el editor después, el distribuidor en tercer lugar y, finalmente, son ellas las que presentan los libros a los lectores. En Torrelavega recordamos históricas librerías. Antonino y Villegas, tan cerca la una de la otra. También se imprimieron libros en ellas.

En Antonino trabajó Eduardo López, que luego se independizó como impresor y editor. Muy cerca de ellas, Herreros. En el recuerdo Liceo, Castillo y Lysan. Eran librerías y papelerías, comprábamos los libros de texto y el material escolar. Ahora Campillo, Dlibros y Taiga en el centro de la ciudad les han sucedido. Pero no hay que olvidar esas pequeñas librerías de barrio que se suman a la labor de difundir la lectura. De llevar al lector ese objeto del que Vargas Llosa, quiero recordarle ahora, dijo: «Los libros nos adentran en vidas más sutiles, más complejas de todo aquello que podemos experimentar limitadamente. Además persiguen el sueño de una sociedad con ciudadanos rebeldes, provistos de imaginación y conciencia».