Viví hasta los 12 años cerca de una bolera. El sonido alegre de la bola contra los bolos y el más sordo contra el tablón ... forman parte de los recuerdos de mis veranos de infancia. La bolera, se llamaba La Amistad, en Sierrapando, era nuestro lugar de encuentro. Los niños armábamos cuando jugaban los mayores y cuando ellos se iban, nosotros. Allí jugaba José García Pérez, Pachín, primer campeón de España juvenil, que luego estuvo en la Peña Mallavia y la Peña Bolística. Esta última, por cierto, después de celebrar brillantemente su nonagésimo aniversario este año, está atravesando un periodo de crisis al dimitir la dirección actual. Un paréntesis que desluce la conmemoración. Esperemos que el peso de la historia y diálogo con el Ayuntamiento de Torrelavega se impongan y llegue el acuerdo.
Coincide en el tiempo esta situación con la información de Borja Cavia en este periódico referida al descenso de competiciones bolísticas: «En 2025 se han celebrado 59 concursos, una cifra muy lejana de los 107 que llenaron las boleras en 2004. Eran los años de excesos bolísticos, de dos y tres torneos diarios y en los que el dinero fluía en peñas y organizaciones». Mucha tarea tiene por delante el nuevo presidente de la Federación, Julián Vélez, para potenciar y promocionar el llamado deporte vernáculo de Cantabria. Luis Ángel Agüeros, consejero de Economía, en los actos de celebración de los referidos 90 años de la Bolística, en nombre del Gobierno de Cantabria, se comprometió a ello. Desaparecen boleras y en las que sobreviven, no se juega. En La Inmobiliaria, al lado de la ronda, hay una en la que la hierba va tiñendo de verde el suelo. No sé si tiene la vida que cabría esperar. El colegio José María Pereda está muy próximo. Qué gran oportunidad para realizar algún programa de dinamización en la línea de Madera de Ser.
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