He comenzado a leer el nuevo libro de Julio Llamazares, 'El viaje de mi padre'. Soy un fiel de su escritura, tanto de sus poemas ... como de su narrativa y libros de viajes. El que ahora presenta pertenece a este último género y es un homenaje a su padre. Llamazares emprende en coche el recorrido, en la misma época del año, que su padre y un amigo hicieron cuando en 1937 se alistaron voluntariamente y desde las montañas de León donde vivían se incorporaron en Carrión de Los Condes y de ahí, en ferrocarril con el resto de la tropa, hasta la provincia de Teruel, «donde se libró la batalla más cruel de la Guerra Civil». Durante el viaje, el narrador trata de recordar las cosas que le había contado su padre y se da cuenta que ha olvidado porque, afirma, no escuchamos a nuestros mayores cuando están vivos. Escribe: «Luego nos arrepentimos de ello y, como yo ahora, tratamos de reconstruir sus pequeñas historias con los retazos de lo que se quedó en el aire y aún alcanzamos a recordar. Por desgracia, éste es nuestro destino como generaciones, un destino que se repite y se repetirá siempre».
El Ayuntamiento de Torrelavega ha organizado una serie de actividades estos días dedicadas a las personas mayores –la Semana del Mayor, un programa organizado por la Concejalía de Mayores en colaboración con las asociaciones del municipio y que se desarrollará hasta el 14 de octubre–. Poco se hace por tanto como se les debe. Nuestros mayores no solo son consumidores de las farmacias como a veces se dice de broma, tampoco tienen que ser canguros felices ayudando a sus hijos en la atención de sus nietos. Cada vez más participan en la cultura. Han trabajado para dejarnos una sociedad mejor. Les debemos nuestro agradecimiento y cuidado. Acabo con dos versos de Saramago de su 'Poema sobre la vejez': «Tengo la edad en que / las cosas se miran con más calma, pero con el interés de seguir creciendo».
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