La Remonta, en manos muertas
Es un terreno desaprovechado que podría proporcionar casa a muchos santanderinos si Defensa llega a un acuerdo con el Ayuntamiento
La finca de La Remonta, una de las joyas para la expansión urbanística de Cantabria, es un ejemplo paradigmático de la incompetencia a la que ... se suma el desprecio por lo público. Estos días vuelve a la actualidad esta gran superficie, nada menos que 289.000 metros cuadrados, por unos incendios detectados en las viejas y abandonadas instalaciones del decrépito cuartel de caballería. La propiedad del terreno es del Ministerio de Defensa, traducido al lenguaje presente, un terreno de titularidad pública, es decir una finca que es de todos los españoles.
La finca de La Remonta lleva muchos años abandonada. Su situación recuerda aquellos campos e inmuebles que, por estar en 'manos muertas', fueron expropiados y vendidos a particulares en la desamortización llevada a cabo por el ministro Juan Álvarez Mendizábal, allá por el siglo XIX. Un terreno ubicado en los aledaños de la ciudad de Santander, perfectamente asimilable como casco urbano, que está baldío mientras la demanda de suelo para edificar viviendas crece y no encuentra contrapartida.
La paradoja es que ahora las 'manos muertas' no son los grandes terratenientes ni la Iglesia, ahora resulta que el terreno de La Remonta es de propiedad pública y las 'manos muertas' son del Gobierno de España. Entre los promotores de viviendas existe un consenso, avalado por la razón: uno de los problemas para edificar pisos en lugares donde existe la demanda es la carencia de suelo construible, lo que, a su vez, encarece ese bien escaso.
Una de las soluciones es colocar casas en el mercado en las zonas donde existe demanda. Santander es uno de esos espacios en los que muchas familias quieren vivir y no pueden porque la escasez de oferta ha elevado los precios hasta convertir la vivienda en un bien inaccesible para muchas personas. Santander bordea el riesgo de transformarse en una ciudad tan verde que expulse a sus habitantes por carencia de viviendas, de manera que las zonas verdes carezcan de utilidad como parques o 'pulmón' de la urbe.
Mientras esto sucede, asistimos a la eterna promesa de hacer de La Remonta un terreno útil. La gran superficie de esa finca, que además tiene acceso por tres calles, permite edificar miles de casas y, al mismo tiempo, mantener una importante zona verde. Este terreno tiene, además, la ventaja de estar junto a uno de los grandes parques urbanos, como es el parque del doctor Morales, conocido popularmente como el parque de la vaca, por la estatua de homenaje a ese animal que ha sido uno de los motores económicos de Cantabria. Esa extensa zona verde garantiza el equilibrio entre el terreno destinado a viviendas y las zonas verdes.
En las últimas décadas se han sucedido varios planes para evitar que un bien tan preciado siga en 'manos muertas'. Conversaciones entre la propiedad, el Ministerio de Defensa y el Ayuntamiento apuntaron soluciones que nunca se han concretado. Incluso se presentó un proyecto –ahora es arqueología de la infografía cántabra– para construir cientos de viviendas y crear un parque con un jardín botánico. El último paso fue abrir una parte La Remonta para parque urbano, pero no se ha logrado desarrollar un proyecto que permita edificar viviendas y satisfacer, al menos parcialmente, la demanda existente.
El futuro de La Remonta depende de que el Ayuntamiento de Santander y el Ministerio de Defensa lleguen a un acuerdo similar al logrado con el cuartel, ya desaparecido, del Paseo de Altamira (antigua General Dávila): el Ministerio cede el terreno y las instalaciones y a cambio obtiene unas parcelas construibles para ponerlas a la venta y obtener una contraprestación. Acuerdos similares se han firmado, con celeridad y generosidad, en Vizcaya y Guipúzcoa. Cantabria no debería ser menos… aunque en este caso sí parezca que el Gobierno de España tiene un doble criterio a la hora de transferir bienes a los municipios.
No es ocioso recordar que el cuartel de La Remonta hace ya muchos años dejó de tener utilidad para las fuerzas armadas. Desde la mitad del siglo pasado, La Remonta no era más que una granja en la que se criaban caballos de tiro, que cumplían una misión de apoyo a los ganaderos, al servir como sementales que en primavera se dispersaban por la geografía cántabra. Desde que los caballos dejaron de prestar servicio al ejército, se han conservado únicamente las instalaciones de animales de pura raza y de competición. Ahora esa función se cumple en el pueblo de Ibio.
La Remonta es un bien desaprovechado, un terreno que podría proporcionar casa a muchos santanderinos si el Ministerio de Defensa llega a un acuerdo y se realiza una operación urbanística capaz de acercar viviendas a muchos cántabros.
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