Casi no puedo articular palabra del disgusto. No se rían, que va en serio. Hoy voy a hacer un esfuerzo por ustedes, se merecen una ... explicación. Quiero aclarar que si ven alguna semejanza en este artículo con lo dicho recientemente por alguna otra persona triste y ojerosa (además de maquillada) es pura coincidencia. Como les digo, doy este paso en primer lugar y ante todo para pedir perdón a la ciudadanía. Perdón y naturalmente y especialmente en esta columna a los lectores de este periódico porque hasta esta misma mañana estaba convencido de que aún era primavera. Pero no, ya estamos en verano. Es cierto que durante meses circulaban rumores sobre supuestas investigaciones en curso, pero lo cierto es que no existía ningún indicio que me llevara a pensar lo contrario. Eran todo bulos, fango, fachosfera...
Y, sin embargo, esta semana han aparecido esos indicios y son, evidentemente, indicios graves (máximas de 39,7 grados en Tama) y por eso quiero pedir de nuevo disculpas a la ciudadanía. Porque efectivamente ya hemos cambiado de estación. Por eso quiero anunciarles que, pese a todo ello, voy a promover una auditoría externa y una reestructuración general de todo lo que se pueda reestructurar para averiguar por qué ya es verano y no primavera.
Miren, como cualquier otra persona tengo mis virtudes y mis defectos, tengo muchos defectos, pero siempre he creído y trabajado por el juego limpio. Y esto no se hace, así de la noche a la mañana. Quiero que sepan que me provoca una enorme indignación y una profunda tristeza ver cómo se acaba la primavera y empieza el verano, esa estación en la que no todos disfrutan. Así que reitero mis disculpas y aunque la decepción es grande, la respuesta será siempre contundente. Eso sí, no me voy a marchar. Por eso también pido perdón y disculpas. ¿O era disculpas y perdón? ¿O no basta con pedir perdón? Tengo alguna laguna. Voy a repasar la hemeroteca.
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