¿Y ahora?
Entre el cambio de hora y que en las calles de medio Cantabria cuelgan ya las luces de Navidad, tengo la sensación de haber viajado ... en el tiempo en direcciones opuestas. Sucede después de retrasar el reloj, cuando al luz nos concede una tregua por la mañana y por las tardes nos obliga a hibernar si no fuera porque hay que empezar a pensar en qué pondrás de cena en Nochebuena, sin mencionar, claro, las calabazas y telas de araña y caramelos con los que saciar de azúcar a un ejército de disfraces este viernes. No sé hasta qué punto hemos acelerado los procesos, pero tengo la impresión de que últimamente solo corre el tiempo, si es que acaso es lo único que progresa.
La posteridad no es solo lo que alguno conquista con sus obras, es el lugar donde nos estamos acostumbrando a vivir, colocados ahí, en ese perpetuo después, ¿pero cómo se resuelve el ahora? Cómo se encauza por ejemplo la inestabilidad en Educación, en calma chica esta semana no lectiva, ¿acaso no estará latente el próximo lunes el conflicto? Y cómo se resuelve ahora el cisco en la autovía de Torrelavega, que por muchos ramales nuevos que hagan, los datos advierten de una siniestralidad que pone a prueba la pericia de los conductores que transitan por la A-67. Cómo se resuelve ahora, no cuando sea demasiado tarde, que Cantabria haya incluido en el registro único más pisos turísticos que comunidades vecinas como Asturias, País Vasco o Castilla y León, en lo que va de año.
Lo mejor para no dejarnos llevar por ese espejismo de la posteridad, por muchas bombillas luminosas que nos pongan encima de la cabeza en pleno octubre, es agarrarse a la actualidad, a lo que nos pasa en este momento, en estas páginas. Hoy es el único día. No sé por qué lo dejamos para mañana, si el refranero popular es más sabio que cualquier cortina de humo.
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