Nosotros somos
Ya antes de bajar del árbol nos tatuábamos los valores que nos identifican con el grupo
Después de 'Yo soy' y 'Tú eres', quiero finalizar mi particular visión del mundo de los sentimientos y opiniones sobre nosotros y sobre los demás, ... con una visión de conjunto que se da cuando nos sentimos unidos a un grupo con el que comulgamos, que hacemos nuestro y del que nos sentimos partícipes. En el fondo este es el comportamiento grupal, el sentido de pertenencia, el pegamento que nos une a otros con los que nos identificamos y sentimos los mismos colores. Esto vale para el sentimiento patrio, para la adscripción a un equipo deportivo, a una comunidad de intereses, a una asociación o a nuestra identidad política.
Es probable que 'nosotros somos' sea el terreno en el que más subjetividad cabe, sobre todo porque nos permitimos el lujo de justificar como bueno todo lo que hacen los miembros del grupo al que estamos adscritos y criticamos y vilipendiamos todo lo que haga un grupo que defienda lo contrario. Antropológicamente somos tribales, ya antes de bajarnos del árbol, defendíamos la esencia del grupo que nos acoge y nos tatuábamos en cuerpo y alma los sentimientos y valores que nos identificaban con el mismo. En el comportamiento grupal vemos al otro como un ser que refuerza nuestro convencimiento de que estamos en el lado correcto; el otro suma voluntades y sentimos estar acertados en la decisión de habernos añadido a ese particular modo de ver la realidad. La carga de subjetividad en esta visión grupal es tan grande que, aunque alguien nos demuestre que los de nuestra cuerda estamos equivocados, nos negamos a admitirlo, porque eso sería ir en contra de nosotros mismos. Este es un claro ejemplo por el que cambiar de ideología en política, de club en el fútbol o de religión sea algo tan difícil de conseguir y por eso los líderes de opinión tratan de ganarnos desde nuestra más tierna infancia. Cambiar, a futuro, es algo que no nos podremos plantear nunca; perderíamos nuestra identidad.
La trampa del nosotros es que la carga emocional suele ser tan fuerte que justificamos nuestra implicación anulando nuestra inteligencia y capacidad de juicio para valorar nuestra posición desde un punto de vista objetivo. Además es la mayor fábrica de prejuicios que puede existir: «los de vuestro grupo sois todos iguales». Pasamos a todos por el mismo tamiz, generalmente para nuestras malas valoraciones. En todos los ámbitos conocidos se persigue esta identificación grupal, con mejores o peores intenciones: Nuestra familia, nuestra empresa, nuestro colegio, nuestro equipo, nuestro partido. A todo lo que es «nuestro» le damos un valor de superioridad y perseguimos y luchamos contra el «Ellos son». La verdad, no me extraña el éxito que tuvo Einstein con su Teoría de la Relatividad; vale para todo.
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