Pedro y las nueces
El presidente del Gobierno ha dado una vuelta de tuerca en la personificación del carisma
La política de la izquierda en España –acuérdense de que la derecha no hace política– lleva veinte años enredada en la excepción. Fue en algún ... momento de la segunda legislatura de Aznar, cuando el PSOE de Rodríguez Zapatero barruntó que, en aquellas circunstancias, no podría oponer al PP un proyecto lo suficientemente atractivo como para arrebatarle el mando. La ya confirmada amoralidad de los herederos de González –la clase media militante que medró en los gloriosos años del felipismo– regó el germen de una idea extraordinaria: había que romper el consenso institucional y apoyarse en los partidos periféricos, soberanistas e independentistas, para conducir a los populares hacia la marginalidad. Salvo catástrofes coyunturales en forma de mayoría absoluta (todo es posible), lo normal es que se aclarase el camino hacia La Moncloa arañando votos de todos los supervillanos, incluidos los posterroristas de Bildu.
Con Zapatero, como decimos, llegó el escándalo, pero aún en una fase temprana. La sociedad clamaba todavía contra los crímenes de ETA y los nacionalismos vasco y catalán eran fuertemente contestados, incluso desde la intelectualidad afín, en teoría, a las pulsiones socialdemócratas. Pedro Sánchez, sin embargo, irrumpe en el momento oportuno: después del gobierno de Zapatero y la colonización del 15M por la extrema izquierda, llegaba la batasunización del espacio público como acontecimiento 'progresista' fetén. La novedad de Sánchez es que trabaja sobre campo abonado: la izquierda mediática agita y propaga argumentos serviles para con el poder; lo sostiene fanáticamente. Como la Nación no existe, no queda ningún valor que supere los intereses del partido. Este quiere ser eterno, como lo es el PNV, jugando las mismas cartas.
Sánchez, además, ha dado una vuelta de tuerca en la personificación del carisma. El PSOE es él. Presumiblemente, las próximas elecciones reflejarán una concentración definitiva. Ni Podemos, ni Sumar. Se habrán enterado ustedes del ofrecimiento que Iglesias, en perfecta genuflexión, ha dirigido al presidente: «aquí nos tenéis para reventar a los activos de la derecha y llegar donde sea necesario». La lista electoral de Sánchez (más feligreses) copará la mayoría de los votos autodenominados de izquierda y el resto de aspirantes deberá ganarse el favor del jefe. Desde hace unos meses hasta que se coloquen las urnas, veremos a Sánchez recogiendo las nueces (ay, aquella imagen) mientras los admiradores de Hamás mueven el árbol. Con su infantería mediática en perfecta formación, que para eso controla RTVE sin esconderse bajo una pluralidad imposible, el presidente ha entrado en modo Jomeini. Y esto sólo acaba de empezar.
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