Perfiles de la II Guerra Fría
Mientras la industria armamentista represente una porción significativa de la economía, la respuesta a los conflictos seguirá siendo alguna forma de guerra
Mientras la industria armamentista siga jugando no solo un papel estratégico sino que represente una porción significativa y en alza de la economía de las ... grandes potencias, la recurrente respuesta a los conflictos internacionales emponzoñados seguirá siendo la guerra en alguna de sus formas. Viene a la memoria aquel adagio de Maslow: «Quien sostiene un martillo todo le parecen puntas».
Puesto que esa realidad no tiene trazas de ir a cambiar en un futuro previsible, hay que asumir que la nueva división del mundo en dos bloques enfrentados está ahí para quedarse: la Alianza Atlántica contra el Pacífico Oriental. Lo cual trasciende su realidad física para devenir ideológica, el Atlántico incluye Japón y Australia, el Pacífico incluye Rusia y el denominado 'Sur global' (antes, 'países subdesarrollados').
Un informe de la Universidad de Cambridge publicado el 20/10/2022, el cual armoniza los datos de 30 encuestas globales recogidas en 137 países, concluye que entre los 1.200 millones de personas que viven en democracias liberales, el 75% sostiene una opinión negativa de China y el 80% de Rusia; pero entre los 6300 millones que viven en el resto del mundo -136 países- ocurre lo opuesto, 70% tiene sentimientos positivos hacia China y 66% hacia Rusia.
China, sin duda, tendría mucho que decir precisamente por ser el otro contendiente principal en la II Guerra Fría
La primera y la segunda guerra fría (I GF y II GF) tienen sus propias características, pero hay un elemento que las hermana: la guerra fría se diferencia de la caliente en que, lejos de ser mutuamente excluyentes, luchar y negociar se complementan y se producen simultáneamente. Si hay un evento de la I GF que pone esto claramente de manifiesto es la famosa crisis de los misiles cubanos que tuvo lugar hace exactamente 60 años. Entonces EE UU y URSS estuvieron a un tris de una guerra nuclear, que finalmente se desarticuló renunciando ambas partes a la instalación de misiles nucleares en Cuba y Turquía (países fronterizos del uno y el otro).
Hoy la amenaza de recurrir al arma nuclear proviene de Putin, en un intento desesperado de aterrar a Ucrania y sus aliados con el fin de conseguir concesiones significativas. En 1962 la amenaza provino de Kennedy, y lo hizo con el mismo fin. Entonces cedieron ambos, y hoy están obligados a hacerlo so pena de recalentar la guerra. El problema es que no acaban de ponerse seriamente a ello. Entretanto la escalada del conflicto, y con esta el número de víctimas, se incrementa de día en día. La ausencia de un esfuerzo diplomático consistente y continuado es tan clamoroso como preocupante.
El espúreo argumento de que Putin solo entiende a bastonazos, y cuanto mayor sea el bastón mejor, al cual se añade el corolario de que cualquier esfuerzo diplomático es una bajada de pantalones, es toda una declaración de principios que, francamente, en nada ayuda a la hora de la verdad. Por supuesto que una derrota de Rusia en toda regla, acompañada de una dimisión voluntaria o forzada del interfecto, nos vendría de perlas tanto a Ucrania como a Occidente; pero la realidad es que dicha posibilidad sigue siendo remota, si tomamos en consideración la condición rusa de prominente potencia nuclear. Tal y como se presenta, el futuro más previsible es que a Putin todavía le quede cuerda para rato y su recurso a escalar la confrontación, a medida que sus opciones se estrechan, sea cada vez más arriesgado.
Así pues, un esfuerzo diplomático parecido al que tuvo lugar durante la crisis de 1982, es lo que ahora mismo se echa en falta. Creer que el fortalecimiento militar ad infinitum de Ucrania permitirá obviar dicho esfuerzo es un craso error. En buena lógica de guerra fría, el fortalecimiento de Ucrania debe ser considerado condición sine qua non para entrar en la negociación desde posiciones de fuerza, el estatus de Ucrania como estado viable debe quedar asegurado, lo cual implica tener asegurado su acceso al mar Negro, un espacio aéreo propio y garantías de integración en la UE; el hueso más duro de roer será Crimea. Pero el esfuerzo diplomático no debe posponerse hasta que dichas condiciones se cumplan; dada la naturaleza dinámica de las confrontaciones bélicas, lo más clarividente es conducir ambos esfuerzos en paralelo.
Algunos opinadores parecen dar por supuesto que el esfuerzo diplomático se está llevando a cabo en gran secreto; pero analistas que tienen por qué saberlo, dicen que la comunicación entre la Casa Blanca y el Kremlin es muy limitada y con parvos resultados, principalmente por causa de la obcecación del Kremlin. Quizá en este caso haya que recurrir a la mediación de terceros: Turquía ha probado ser instrumental en el desatasco del suministro de trigo ucraniano; India también está bien posicionada para mediar en dicho esfuerzo, dadas sus buenas relaciones con EE UU y Rusia; China, sin duda, tendría mucho que decir precisamente por ser el otro contendiente principal en la II Guerra Fría.
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