El piano sueña a Gerardo Diego
ESCENARIOS/PALACIO DE FESTIVALES ·
Una velada donde se fusionaron los preludios y nocturnos de Chopin con la palabra del poeta santanderinoSala a oscuras. Se entrevé una mesa con copa y jarra llena de agua. Silla de madera de las de hace un siglo. Atril. Piano. ... Una voz grave y cálida resuena desde el fondo: «El piano sueña...». Empieza el espectáculo que rememora el concierto que un 22 de mayo de 1920 dio Gerardo Diego en el Ateneo de Soria, con música de Chopin -seis nocturnos- y poesía casi juvenil del poeta santanderino, paráfrasis en verso sobre las composiciones musicales del compositor y pianista polaco.
101 años después, en una velada que debía haberse realizado en 2020, el actor Joaquín Notario y el pianista Josep Colom han recreado ese momento especial de fusión de los preludios y nocturnos de Federico Chopin (Zelazowa Wola, 1810 - París, 1849) con la palabra de Gerardo Diego (Santander, 1897-Madrid, 1986). Una fusión que permite saborear poemas con nombres musicales -un preludio, tres intermezzos y seis nocturnos- en los que Gerardo Diego expone sensaciones, vivencias como intérprete y todo un mundo exuberante de palabras: pasiones juveniles escritas en 1918 y publicadas en 1963. En la voz de Joaquín resuenan vivas y despiertan la curiosidad de amores románticos de Chopin hacia George Sand en cartujas mallorquinas: «Es una Hada, es un Ángel que ha cruzado».
Los versos que sobre el Nocturno XV escribió el poeta definen al pianista de la armoniosa tarde: Josep Colom (Barcelona, 1947): «Divaga dulce, tristemente sobre las blancas teclas y no las hiere, no; las acaricia, las seduce y las besa como si las tocase con sus labios». Josep se mostro suave en el primer preludio e intenso en el encadenamiento de otros catorce en un orden que cuesta descifrar. El último de la primera parte del concierto, el preludio conocido como 'Gota de lluvia', sonó oscuro y dramático. Después llegó el disfrute de escuchar los seis nocturnos que Gerardo Diego escogió para su velada soriana, ya con un Colom más libre y gustándose, más expresivo y romántico.
La tarde acabó con un delicado Nocturno Op. 72 (póstumo) después de varios «rayos del silencio» (flashes, sonido de móviles y gente trabajando con ellos desde la sala), algo que Gerardo Diego no tuvo hace 101 años. Menos mal que sobre el escenario estuvieron Colom y Notario, Chopin y el poeta, que nos hicieron sentir que los «dedos van sembrando sobre el piano suave polvo de estrellas».
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