La otra tumba de Menéndez Pelayo
En todas las casas habitan historias, y en Cantabria hay historias con casas que vale la pena conservar. Hace unos días visité la casa de ... Marcelino Menéndez Pelayo, una casa dividida y compartida con reformas que han desvirtuado su estructura original, pero al menos se mantiene en pie con los muebles de sus ilustres moradores, Marcelino y su hermano Enrique.
Guiado por Borja Rodríguez, presidente de la Sociedad Menéndez Pelayo (SMP), sociedad propietaria de la casa y de sus jardines, me impresionó la cama donde murió el sabio santanderino, y en torno a la idea de su muerte me sorprendió ver en la casa la maqueta de la tumba que el escultor Victorio Macho proyectó en la Catedral de Santander en 1956, con motivo del centenario del nacimiento de don Marcelino, cuando sus restos mortales se trasladaron allí desde el cementerio de Ciriego.
El sepulcro muestra a un Marcelino yacente de piedra, vestido con sayal de fraile, reposando con el brazo derecho desfallecido mientras el otro sostiene un libro y una cruz sobre su pecho. Completando la obra se muestra una Piedad de bronce que preside el monumento funerario.
Borja me cuenta que el maestro de obras de la reconstrucción de la Catedral de Santander tras el incendio de 1941, Luis Álvarez del Río, amigo de Victorio Macho, fue a visitar con su hija pequeña al escultor cuando trabajaba en el proyecto del sepulcro. La niña, María Luisa Álvarez Rivas, se emocionó con la figura de la Piedad: «La Virgen se parece a mi mamá», dijo la pequeña. Pero Victorio, sin demasiada sensibilidad religiosa, se burló de la chiquilla y la hizo llorar. Para compensar su torpeza, Victorio prometió regalar a la niña la maqueta que tras los años ha pasado a la SMP gracias a la donación de la familia Álvarez, que también ha donado una hermosa historia que se guarda en la casa de don Marcelino.
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