Contra la servidumbre voluntaria internacional
Deberían unirse, como para una guerra, los afectados por los abusos de Trump
Hace casi medio milenio un jovencísimo Étienne de La Boétie se preguntaba en su afamado 'Discurso sobre la servidumbre voluntaria' cómo era posible que una ... inmensa mayoría pudiera rendir vasallaje a uno solo. Bastaría con cambiar de actitud y no querer seguir sirviendo a uno u otro señor para ser libres, como hizo Espartaco en tiempos de Roma, reuniendo a un gran ejército compuesto por esclavos que anhelaban dejar de serlo y enfrentándose a las legiones del poderoso ejército al que lograron vencer durante varios años, pese a contar entre sus filas con ancianos, mujeres y niños. Consiguieron derrotar incluso a Craso, el hombre más rico de su tiempo, miembro del primer triunvirato junto a Pompeyo y César.
Trump amenaza con revisar su reciente acuerdo arancelario con la UE. Doblará el porcentaje acordado si Europa no le regala 600.000 millones de dólares que gastará como le venga en gana (sic). Resulta difícil, por no decir imposible, negociar con alguien que no respeta la palabra dada ni los acuerdos internacionales, al cambiarlos inopinadamente por una razón o sinrazón cualquiera. El derecho internacional es algo que no le concierne y la diplomacia ha saltado por los aires como un esfuerzo estéril que solo le hace ganar tiempo, para salir por peteneras en cualquier momento al descubrir que puede ganar más de otro modo y respaldando la causa contraria, como si controlara un teatro de marionetas en la esfera internacional.
El mandatario norteamericano se permite conculcar la soberanía de otras naciones, fijando los porcentajes que las europeas deben gastar en equiparse con armamento estadounidense. Si no le gusta que la Justicia brasileña ponga en apuros a su amigo Bolsonaro, decide castigar a los brasileños con unos elevados aranceles, porque no le hacen caso. También sube las tarifas de India para castigar indirectamente a Putin. Eso mismo hace con Canadá por no esforzarse lo suficiente a su juicio para que no entre tanto fentanilo en EE UU. Trump se ha erigido en el único que puede impartir justicia por doquier con guerras comerciales, al verse respaldado por la maquinaria militar mejor engrasada del orbe.
Se tiene a sí mismo por un pacificador que sin embargo respalda el genocidio del primer ministro israelí, quien ya planea sin tapujos colonizar Gaza tras expulsar o aniquilar a sus habitantes. Con la invasión de Ucrania cambia su criterio como una veleta, porque solo le fastidia una vez más no salirse con la suya, y se permite mandar submarinos nucleares a las estribaciones de Rusia, como si estuviese jugando al póker.
Este nuevo autoritarismo desaforado desprecia la cultura, como revela el maltrato dispensado a sus propias universidades. Es algo que no interesa, sencillamente porque no da dinero. Y tampoco tiene capacidad para poder deleitarse con el arte, la literatura, el cine o la música. Todo eso es una pérdida de tiempo para un triunfador obsesionado por ganar dinero e imponer su criterio con los argumentos de autoridad que respalda un ejército aparentemente imbatible, pese a las derrotas cosechadas en más de un frente bélico.
Trump ha subvertido los valores de la Ilustración y puesto del revés las divisas de la Revolución Francesa. En lugar de 'libertad, igualdad y fraternidad', su ideario defiende un 'libertinaje sin ataduras para una élite plutocrática', que conlleva 'extremas desigualdades' en el resto de la población y promueve una 'competitividad sin cuartel' totalmente antisolidaria. Los más ricos pueden ganar 30.000 millones en un día, como acaba de hacer ese nuevo Craso llamado Elon Musk, mientras crece porcentualmente la miseria entre capas de población cada vez más amplias, al desaparecer la clase media y abrirse un abismo cada vez más pronunciado con quienes acaparan los recursos del planeta.
La solución sería pararle los pies a un abusón del que no puedes fiarte. Para eso tendrían que coaligarse, como si de una guerra se tratara, los muchos países afectados por alguno de sus abusos. Esa nómina crece cada día y su coalición podría significar el aislamiento de EE UU mientras estuviese al mando Trump. En una reducción al absurdo, se podían gravar los productos norteamericanos con unos aranceles del 1.000%, porque no se puede razonar lógicamente con la ilógica del absurdo. También debería dificultarse que los estadounidenses pudieran obtener visados para salir de su país, poniendo cuando menos las mismas trabas que nos imponen a los demás para visitar el suyo.
El sueño americano se ha convertido en una insoportable pesadilla y no deberíamos quedarnos cruzados de brazos. Habría que unir fuerzas para plantarle cara y acabar con el caos mundial que Trump está desatando. De lo contrario nos espera un futuro tan tenebroso como incierto, si la comunidad internacional sigue profesando una vergonzosa servidumbre voluntaria que propicia un despotismo contra-ilustrado y plutocrático.
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