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El Rhin, historia de El Sardinero
Domingo - I

El Rhin, historia de El Sardinero

La venta del emblemático restaurante y del hotel a una cadena multinacional es un hito para El Sardinero. Su ex propietario asegura que se lleva la esencia de la marca Rhin al pujante mundo del cátering y cocina al vacío

MARIÑA ÁLVAREZ

Domingo, 22 de enero 2006, 01:00

El testigo indiscreto de baños de sol y ola en la primera de El Sardinero, que desde los 60 se situó en la cúspide del terraceo, que acompañó a su clientela en su larga historia de comidas, cafés, tertulias, copas, bodas, comuniones y bautizos... El Rhin, el de la playa, símbolo, sello, bandera de una época, se despide.

Desde que la pasada semana se formalizó su venta a la cadena de hoteles Silken los rumores sobre su futuro no cesan, y soplan aires de resistencia entre su colectivo de asiduos. El ya ex propietario, Manuel Pérez González, llama a la tranquilidad: No será necesario encerrarse en sus salones y entonar el 'No nos moverán'; el Rhin y La Cúpula emprenden una nueva etapa, con su espíritu concentrado en las empresas Cátering Rhin La Cúpula y Cocina Tradicional Rhin. Cambia, eso sí, su privilegiado escenario por el café-restaurante del Palacio de Exposiciones, cuya concesión ostentan desde el pasado verano, y por las naves adquiridas en Santa Cruz de Bezana y Cabezón de la Sal. La cocina tradicional y la vanguardista que abanderaban los dos establecimientos se servirá, nunca mejor dicho, en bandeja, pues ahora más que nunca el alma del Rhin permanecerá en platos envasados al vacío listos para disfrutar en cualquier lugar de Cantabria, de España y hasta del mundo, si cuajan las aspiraciones de expansión de la empresa después de lograr caducidades de hasta 90 días conservando calidad y sabor.

Nuevos escenarios

No habrá que llorar, tampoco, la pérdida de las vistas, pues, advierte Pérez, «ofreceremos nuestros servicios de Cátering en cualquier marco de nuestra geografía plagada de palacios, casonas, torres y fincas» y anuncia la posible adquisición de uno de estos enclaves para la celebración de eventos con la calidad gastronómica y de servicio a la que el Rhin tenía acostumbrados a sus fieles clientes.

De aquel imperio familiar, fundado en la década de los 40 por Manuel Pérez Mazo, quedan las dos empresas presididas por su hijo Manuel, Cátering y Cocina Tradicional, el hotel Victoria, de su hermana María del Carmen, y el Balneario de Puente Viesgo, de María Ángeles, la otra hermana. Tras la muerte del fundador, hace 13 años, los hermanos Pérez González, con su madre al frente, se empeñaron en mantener el prestigio de la empresa, dedicada exclusivamente a la explotación restauradora y hotelera.

Por el camino se han quedado negocios como Lechería Suiza -el estreno de Manuel Pérez Mazo en el mundo empresarial de Cantabria-, las cafeterías santanderinas La Pasiega y Frypsia, Bodegas Autol (Maliaño), el restaurante de la Real Sociedad de Tenis de La Magdalena y un espacio recreativo en Oviedo.

En 1961 Pérez Mazo accedió a la concesión del restaurante Rhin, a la que le quedan unos 25 años más, 10 años después compró el edificio de apartamentos que hoy alberga el restaurante La Cúpula y en 1975 hizo lo propio con el antiguo Hotel Suiza para convertirlo en el Hotel Rhin. «Fue el primer hotel del Sardinero en abrir durante todo el año. En los 70 la costumbre era cerrar en invierno», explica el heredero de ambas empresas, Manuel Pérez, que capitaneó la reforma integral del restaurante hace solo dos años.

Futuro

La venta a Silken afecta al 34% de la empresa concesionaria de todo el complejo que se levanta sobre y bajo la terraza de la primera playa, por lo que permanecerán el restaurante y el club Miramar y la heladería Regma. Además del restaurante y del hotel Rhin, Silken se queda con todos los empleados, personal directivo, obligaciones de la empresa y hasta con la lista de banquetes contratados para 2006. Espera Pérez González que los clientes, a partir de febrero, perciban poco más que el cambio de nombre. Serán atendidos por los profesionales de siempre, aunque bajo otra dirección, en una nueva etapa que comenzará «al más alto nivel de exigencia, que es como lo dejamos», cuenta Pérez.

El Grupo Rhin seguirá contando con Nacho Basurto, parte importante del éxito con sus platos al vacío, como asesor del fundamental apartado gastronómico de Cátering y Cocina Tradicional Rhin, pero, por contrato, se da la paradoja de que también seguirá vinculado a La Cúpula, y reconoce que vive con «incertidumbre» su futuro laboral a partir de febrero. Basurto es propietario a su vez de La Puchera, una tienda de restauración y degustación de platos al vacío que está en vías de franquicia, y proyecta la apertura de dos más en Cantabria y media docena a nivel nacional.

Apuesta Basurto por las posibilidades del negocio del Cátering en Cantabria, región que, a pesar del hándicap climático, «si somos capaces de conseguir unos establecimientos bien acondicionados, ofrecer un buen servicio y mantener nuestra línea de cocina, el éxito estará garantizado», augura. Se siente, a su vez, «culpable en parte» del éxito del restaurante La Cúpula, en el que empezó a trabajar un mes después de su apertura, en 1996. Para él fue «mi segunda casa, y aquí somos una familia, que gracias a su buen funcionamiento La Cúpula está en el más alto nivel».

Empleados

Para los más de 225 empleados, Pérez González sólo tiene palabras de agradecimiento «por todos estos años de servicio profesional y de sacrificio en muchos casos, que han convertido al Rhin en el más importante grupo hostelero de la región». Dice que se queda tranquilo: «Les dejo en buenas manos, cuando acepté la oferta de Silken tuve por cierto que se trata de una empresa muy solvente que les permitirá seguir desarrollando su futuro profesional, ahora dentro de una multinacional con enormes posibilidades de promoción, algo impensable en una empresa familiar».

Por delante, la árdua tarea de empujar a las dos firmas hasta situarlas al mismo nivel que las ya vendidas; conservar el alma y la solera de una empresa que, desde su fundación, ha ido creciendo hasta convertirse en uno de los principales grupos hosteleros cántabros, y empezar a escribir un nuevo capítulo en la historia empresarial de Santander.

Por cierto, fuentes de Mc Donald's niegan su implantación en El Sardinero. Se desmonta, así, uno de los rumores más extendidos en la ciudad.

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