La Navidad abarrota el comedor
Las cenas de empresa llenan los restaurantes, pero los hosteleros recuerdan que diciembre es «un espejismo» que no refleja la realidad
ÁLVARO MACHÍN
SANTANDER.
Jueves, 13 de diciembre 2018, 08:47
Si va a salir este fin de semana y no tiene reserva para cenar es mejor que vaya pensando de qué quiere el bocadillo. Las reuniones navideñas en torno a una mesa llenan los locales en diciembre. Sobre todo, viernes y sábado. Y cuando las plazas se van ocupando -porque hay las que hay-, las reservas se trasladan también a los días entre semana. Los hosteleros coinciden en varias cosas. La primera, que este año -ciñéndose a esta tradición de las fiestas- va bien, en la misma línea que el anterior y mucho mejor que en la etapa más dura de la crisis. Hubo una recuperación clara que volvió a llenar los comedores en estas fechas y eso se mantiene estable. Pero las otras dos conclusiones no son tan optimistas. Diciembre, dicen, no refleja la realidad del sector (que no es para tirar cohetes) y, pese a que las reservas vuelven a ser muchas en estos eventos, el dispendio ya no es el que era. Del «paga la empresa» al «cada uno lo suyo». El gasto medio por menú, haciendo una encuesta a pie de local, es de unos 37 euros.
Ese es la cantidad que sale al sumar y dividir entre tres los precios de los menús más demandados estos días en el Maremondo, la Taberna del Herrero (que tiene tres establecimientos) y el Villa de Santillana. Dos restaurantes habituales en Santander -los dos primeros- y uno en Torrelavega -el tercero-. Sin embargo, un estudio de la firma UniversalPlay eleva esa cifra media en Cantabria hasta 58,56 euros.
«En fiestas vamos de pegada, pero hay que mantener la plantilla fuera de temporada y cuesta»
Ana Tresgallo | Villa de Santillana
«La afluencia se centra principalmente en el fin de semana anterior a Navidad. Cuando completas ese, empieza a ir para atrás y coges reservas para el fin de semana anterior y, después, a medida que se agota eso también, entre semana», explica Félix Sobrado, del Maremondo. Con el cotillón de Nochevieja completo «hace un mes» y menús que van de los 38 a los 54 euros (el que más «ha salido» es uno de 42), Sobrado tiene claro que hubo un bajón en los años de crisis que se ha superado y que, desde entonces, las reservas en diciembre son estables. «Aunque estas cenas antes las pagaba la empresa y ahora, en la mayoría de los casos, son reuniones a las que se acude a título individual y cada uno paga lo suyo. Por eso, gente que antes se apuntaba ahora no siempre se apunta».
Cambio y ajuste
Los dispendios pasaron a la historia. «Antiguamente el cliente te decía incluso 'vamos a mejorar esto o lo otro que quiero quedar bien', pero ahora te piden si puedes quitar algo para ajustar un poco más el precio», añade Ramón López, de La Taberna del Herrero. Él es muy expresivo a la hora de definir lo que es diciembre en relación al resto del año. «La Navidad es un espejismo. Tenemos lleno en las tres tabernas y en días como Reyes llenaríamos tres más. Es más, ese día piensas 'que pena no tener otras diez', pero al día siguiente lo que piensas al levantar la cabeza es que te sobran nueve. La Navidad viene bien a todos los negocios, pero no es la realidad del sector, que implica trabajar mucho y ganar poco». Y eso que no oculta que este mes les va «muy bien». Por 33 euros, tres platos, postre, bodega, café y una copa. El menú más demandado (tiene desde 22 euros en adelante). «Pero la gente ya no te pregunta por el de 50 o 60».
«Antes pagaba la empresa. Ahora, lo más normal es que cada uno se pague lo suyo»
Félix Sobrado | Maremondo
En la misma línea se pronuncia Ana Tresgallo, del Villa de Santillana. Llevan seis años en el negocio y la Navidad «nunca ha fallado» (tienen menús de entre 25 y 42, y el más vendido es uno de 35 euros). «Lo que más te demandan son los viernes y los sábados, pero diciembre tiene los que tiene. Por eso, donde se nota si va bien es al ver si las reservas pasan a los días entre semana». Anoche mismo tenían una mesa de veinte, «y eso no es habitual fuera de estas fechas».
Como sus compañeros, cree que este mes es parecido al del año pasado. O sea, que bien. Pero también coincide en que la verdadera referencia está «en la resaca». En febrero. «En enero, con lo que hay hasta el día seis y que siempre queda algún grupo que no encontró fecha estos días y se traslada, tiras. Pero en febrero empieza lo duro y ahí ves cómo viene la realidad. Cuando llegan los extractos de la Visa». De hecho, lanza un aviso: «Este primer semestre de 2018 ha sido el peor en estos seis años. Fuera de temporada, los niveles de trabajo son muy flojos». «En las fiestas -concluye- vamos de pegada, pero fuera de temporada hay que mantener la plantilla y cuesta».
«Quieren hacer en una noche lo de todo el año»
Hay pocas frases que resuman mejor los riesgos de las cenas de empresa de estos días que la de un hostelero santanderino recién acabado el servicio un sábado noche en fechas navideñas. «Alguno quiere hacer en una noche lo que no ha hecho en todo el año». Estas reuniones puede cargarlas el diablo si uno comete excesos en varios sentidos. La clave, según los expertos, es «no perder el control». «Vales lo que comunicas y eso de que una imagen vale más que mil palabras, aquí significa que una mala noche puede romper una gran trayectoria».
Es lo que dice Eva Martín, especialista en Recursos Humanos del Grupo Clave. «Sí que nos han llegado casos». Lo resume de forma muy gráfica. Divertirse, estar gracioso... Sí. «Pero no des la nota». Hay gente que todavía lleva el sambenito en la empresa desde las Navidades del 96. Incluso, que perdió su puesto. Entre sus consejos, evitar los discursos, no llevar coche, no arriesgar mucho con la vestimenta... Mejor no llevar a las parejas a un encuentro con compañeros que debe servir «para facilitar una relación más fluida, que es beneficiosa para desarrollar el trabajo». Con el alcohol se puede perder «el control de lo que se dice». «Hay que evitar hablar mal de compañeros de trabajo o de los jefes. No ridiculizar a nadie». Confianzas excesivas, corrillos, lenguas flojas para todos los chismes de la oficina... Y también se puede perder el control de lo que se hace. «A veces te llegan historias de flirteos que no son bien recibidos», explica. «Echarle 'los trastos' a un compañero o a una compañera puede generar que te quedes con esa imagen de una persona y un rechazo posterior en el lugar de trabajo. Una situación incómoda». Embarazosa.
¿Y cuándo irse a casa? En todos los listados de consejos coinciden con una recomendación: «Mejor no ser el primero, pero tampoco el último». «No dar que hablar, no ser el centro de atención... Sentido común», resume la experta.
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