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Con la lluvia y el ambiente húmedo, la celebración de San Isidro ha pasado este jueves a media vela por los municipios cántabros que festejaron al patrón. Ribamontán al Monte, Rubayo (Marina de Cudeyo), Novales (Alfoz de Lloredo), Suances, Hazas de Cesto, Galizano (Ribamontán al Mar), Limpias, Escalante y Valderredible han sido algunas de las localidades que, en mayor o menor medida, sacaron los actos programados adelante. Hubo quien festejó más y quien lo hizo menos. En Novales, por ejemplo, los bares estaban animados al mediodía. Suances celebró su tradicional comida de hombres y mujeres del campo y los vecinos de Valderredible bendijeron al santo con una procesión de tractores engalanados. Las comidas populares, las chocolatadas y los sorteos de aperos de labranza son algunas de las tradiciones de San Isidro que se han llevado a cabo bajo techo y con la 'rebequita'. Incluso el plumífero.
Como en Galizano, que hubo vacas, abrigos y sobre todo, botas. Todo a prueba de barro. La localidad celebró la 84 edición de su Feria de Ganado Frisón y luego los asistentes comieron paella popular, hasta 500 raciones se repartieron. Sin embargo, el Ayuntamiento decidió suspender los actos previstos por la tarde (hinchables, campanada, arrastre de bueyes y exhibición de deporte rural). «Con este barrizal no es posible hacer nada», reconocía al mediodía la concejal Araceli Colina. El ambiente era marrón y poco agradable. No hacía ni frío ni calor, pero la pista en la que se celebró el concurso de ganado estaba intransitable. Se notó en la participación: diez ganaderías y 52 animales. Otros años hay más. En el mercado artesano, poca gente, y eso que los puestos estaban sobre asfalto. Ya lo decía Joaquín Cáceres, de Cáceres –lo del apellido es casualidad–, que vendía pimentón «puro, sin aditivos». El hombre sostenía un bote abierto ante el público escaso que paseaba entre los puestos. «Oler es gratis», decía. Había quesos, embutidos, albarcas, utensilios de labranza, juguetes y ropa muy de verano para el día que hacía. La tradición cántabra a la venta.
Bajo las carpas, daban una vuelta Ángel Llorente y Sara Puente, de Marina de Cudeyo. «El tiempo acompaña», decían con el cielo contenido. «Cómo cuidan las vacas los ganaderos, hasta las peinan con secador de pelo», se sorprendía la señora. En el bar El Cruce, «las rabas buenas y baratas, a ocho euros la ración». Encantada se marchaba la pareja de la feria.
Entre los que competían con sus vacas, Cesáreo Sánchez, de San Vicente de la Barquera. «Llevo treinta años viniendo» y en tres décadas se ha llevado varios premios, pero Cesáreo estaba desanimado. Y eso que cuatro frisonas con lomos más altos que él certificaban su dedicación al sector primario. «Económicamente no compensa, porque tienes que madrugar y trabajar todos, todos, todos los días para prepararlas». Ayer, el premio a la Gran Campeona de Novillas fue para Oyambre Canela Rompen Red. La gran frisona campeona fue Cudaña Arenetas Dallas, de Ganadería Cudaña.
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